A ser nación
Meneando y magreando historias selectas serás, oh León, la novena... o la undécima... o la vigésima nación naciente de esta Nación de Naciones que antes se llamó España y hoy, separadita y cornuda, en Expaña se nos queda, aunque su tele-subconsciente sueña con ser un día el estado 53 de la Unión y llamarse e$paña .
Iceta dijo que son ocho las nacionalidades españolas porque así las llama la misma Constitución o los propios estatutos de autonomía (que nadie se escandalice, advirtió, así es). Y de nacionalidad a nación no hay más distancia que el canto de un duro (de plata). Pero en ese club-paquetón de las ocho naciones no van ni Navarra que fue reino y se ve raza, ni León que llena de reyes cinco barajas, ni Castilla que impone ahí sus cartas, ni el extremo Duero que tiene falas y castúo para hacerse lengua, ni la Asturias que ye España y el restu tierra conquistae, ni Cantabria que es nacioncilla con la anchoa por bandera, ni la Murcia que lleva siendo cartaginesa y cantonal antes que nadie, ni La Rioja cuna de la lengua y cuba aparte... ¿sólo son nación los catalanes, vascos, gallegos, baleares, canarios, valencianos, andaluces o aragoneses?...
Los descartados malamente aceptan el rango de región sin nación. Se sienten agraviados, pero abusan vistiendo trajes regionales y eso desnuda cualquier prurito nacional para dejarlo en aldeano. También podrían acogerse con razón sobrada al proverbio de « si me analizo, soy una mierda, pero si me comparo, soy la hostia » que podría dejar mudo y avergonzado a todo ese gran ochote de naciones que nos propone Iceta, el bailarín automático.
Todo lo cual viene a explicar este momento de España en el que los nacionalismos que no galopan e insultan, crecen o resucitan. O los inventan. Y «cada perrillo se lame su pijillo», profetizó Picasso, así que... ¡¡Alza el rabo, León!! ... triquitracatrá, a la bin, a la ban, a la bimbombá, mi pijo, mi pijo, y nadie más.
Ya están tardando las mociones municipales que reparen tanto agravio y nos lleven «a ser nación» haciéndonos orgullosos esclavos de historias muertas.