Vietnamitas
CORNADA DE LOBO | ¿Y cómo llegan esos anacardos aquí desde esas antípodas?, ¿cuánto combustible quema su transporte y cuánto lo encarecen tantos intermediarios?, ¿merece la pena?
Me veo feliz sobreviviendo a todo con solo tres condumios: caldo caliente (no «caldo valiente, que de gallina no tiene nada», quevediano lema de Boli)... anacardos ... y gazpacho bien frío... y pan, claro, de hogaza con ojos (y el queso, sin ellos, aunque te regalo la leche sólida, no soy muy de quesos).
El anacardo es el resumen glorioso de lo mejor de todos los frutos secos que hay en el mundo y suena guapo por tener las mismas vocales que amapola; anacardo es exótico y elegante y su fruto tiene forma de coma que pide pausa gramatical, una coma que dice come. Y en Navidad no nos pueden faltar anacardos en el cuenco de los frutos secos que ahora llegan a Reyes intactos quedándose en mera comparsa su viejo papel en las sobrecenas... menos los anacardos, que se volatilizan.
Pero ¿de dónde vienen los anacardos?... lo que ponía en la bolsa que compramos nos dejó boquipasmaos.. antes diré que Google nos dijo que el anacardo es un árbol de 5 a 10 metros originario del sur de Venezuela y norte de Brasil que fue llevado por los portugueses a India y África ya en el siglo XVI... y esto explica que los anacardos que comimos este año fueran vietnamitas... ¡lavirgen!... vienen del Vietnam de Hò Chí Minh , la república roja que echó a los yanquis con el rabo entre las piernas, que no siempre eran dos por culpa de las minas. ¿Y cómo llegan esos anacardos aquí desde esas antípodas?, ¿cuánto combustible quema su transporte y cuánto lo encarecen tantos intermediarios?, ¿merece la pena?, ¿de qué crimen ambiental somos colaboradores necesarios?, ¿y qué hay que hacer ahora, dejar de comerlos y joder así al ya explotado campesino vietnamita que podría acabar emigrando y presentarse en nuestra puerta a pedir un poco de futuro por favor o por el amor de dios Buda o por sus cojones indochinos?... a la espera de que nos llueva alguna respuesta pertinente hemos vuelto a un rito antiguo: tostar sobre chapa nueces y avellanas de aquí, después chorrito de miel en tacaño para no empalagar... y ahí se escapullan recuerdos tiernos.