Diario de León

Editorial

EDITORIAL | Un acuerdo de gobierno necesario que deja muchas incertidumbres

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La sucesión de acontecimientos en la jornada de ayer  —esperado pronunciamiento de la Abogacía del Estado, presentación del programa político conjunto de las dos fuerzas de izquierdas y firma solemnizada del acuerdo con el PNV— parece haber dejado definitivamente abiertas las puertas a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. 

   Será, está claro y así se escenificó ayer, un Ejecutivo de coalición entre los dos socios, PSOE y Unidas Podemos, que en su momento nos llevaron a repetir unas elecciones innecesarias para este viaje. Era el único entendimiento posible —al menos a la vista de las posiciones políticas y del inmovilismo de Sánchez por su negativa a explorar otras opciones—, aunque con el beneplácito de Esquerra Republicana de Catalunya, que en las últimas semanas no ha dejado de poner condiciones y, como sin duda se verá en el futuro, también un precio muy alto a su abstención. 

Pero de los acuerdos con ERC sólo conocemos las exigencias innegociables de los separatistas, que reclamaban y consiguieron que la Abogacía del Estado aceptase una interpretación de la resolución del Tribunal Europeo reconociendo la condición de eurodiputado a Oriol Junqueras —aunque no ha habido reacción pública del grupo independentista—, que llevaría aparejada la libertad hasta la publicación del suplicatorio para su procesamiento. 

La derogación parcial de los aspectos más áridos de la reforma laboral y de la llamada ley de seguridad ciudadana, una reforma fiscal con subidas de impuestos a los ricos y a las grandes empresas, subida del salario mínimo y una clara apuesta por las políticas sociales y feministas sustentan el acuerdo básico de gobierno. Pero realmente nada se sabe de la aplicación práctica de esos pactos con Podemos y con ERC que van a permitir a Sánchez seguir en La Moncloa. El alivio general tras llevar al país dos veces seguidas a las urnas en un clima de desgobierno no calma la incertidumbre política, la intranquilidad social y el desasosiego de los ciudadanos, temerosos de estar asistiendo al inicio de una legislatura muy inestable y quizá breve por las ataduras de quien tiene el encargo de afrontar una tarea ardua, ya sin más dilaciones y después de tanto tiempo perdido.

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