Sánchez, que nos piramos
Que la «amenaza» de la autonomía leonesa no iba a ser refrendada por los alcaldes de Zamora y Salamanca quedó ya claro hace más de un mes. Según Electomanía —la página web especializada en sondeos de opinión que ha dado cobertura a eventos tan importantes como las elecciones griegas, el Brexit o las elecciones europeas de 2014; y que es gratamente apreciada por personalidades como el economista José Carlos Díez o la periodista Ana Pastor—, son 184.866 salmantinos los que están a favor del Lexit, la independencia de la Región Leonesa; y 101.798 los zamoranos que votarían a favor. En ambas provincias supone más del 50% de su población, para sorpresa, o no, de sus regidores. Por no hablar de esta tierra, donde 372.600 leoneses secundarían la moción que propuso la UPL el 27 de diciembre. Otra obviedad es que los castellanitos rechacen por mayoría la iniciativa. El potencial de esta parte más histórica les debe escocer, doler casi tanto como esa muela del juicio que se atasca y te hace el diciembre en pleno julio. Incluso el sondeo ha sido apoyado por el 55% de los españoles, que hasta a uno le deja absorto. Seguro que fue un buen regalo de Reyes para UPL, y seguro que ha sonado a colleja barra mosca cojonera a los camaradas socialistas de Diez, que lucharán para evitar esa realidad, y al resto de formaciones que conforman la oposición a la misma causa, como el Partido Popular o Ciudadanos.
Nunca engañaría a un lector: durante muchos años para este periodista, que estudió en Valladolid, el tema en cuestión le pareció un absurdo sin argumento, digno de ignorantes y palurdos de pueblo. Pero el refranero reza que recapacitar es de sabios, ¿no? Y habría que ser muy necio para no considerar los datos demográficos y el día a día de un territorio que camina hacia el precipicio a punta de pistola. «Suicidio en el norte», cantaría algún titular sensacionalista desde la trinchera de enfrente. Más bien homicidio en primer grado —esto es, cuando el que comete el crimen sabe con certeza que su comportamiento tendrá como consecuencia la muerte del otro—. La masacre de perder en la última década a más de 40.168 leoneses tiene responsables, al igual que la decadencia laboral que vive la capital, más conocida fuera de sus límites como residencia de ancianos y patio de recreo de funcionarios. No merece algo tan bello acabar como la llorona, rezando en un campo de lirio que quien no sabe de amores no sabe de martirio...
Pues oiga usted, señor Sánchez, que no somos pocos los que no queremos ser parte de algo artificial, dañino; absolutamente ineficaz y testarudamente injusta; que nos piramos. Castilla no nos representa y la historia y los derechos de este reino pueden más que los esfuerzos del vecino por dejarnos en la cuneta.