La riqueza está ahí
NUBES Y CLAROS | Esta provincia de exultantes potenciales naturales, turísticos, históricos, de capital humano y tal y cual que no es capaz de juntar sus mimbres para hacer un cesto impermeable a la estampida de jóvenes y no tan jóvenes.
Valorizar es el término de moda. Que se resume en poner el foco en lo que de bueno se tiene y centrarse en desarrollarlo, en lugar de estar siempre mirando para el cielo a ver qué cae, si puede ser mientras contemplamos con las manos calentitas en los bolsillos mejor. Poner en valor los potenciales. Esos mil veces enunciados y pocas cultivados. Ahí está la tendencia.
Muy especialmente la de la España vaciada, que tiene en este León que de nuevo se revuelve para arreglárselas solo, pero de verdad y sin disfraces, un escaparate con todas las caras del prisma de las riquezas teóricas y el abandono práctico. Esta provincia de exultantes potenciales naturales, turísticos, históricos, de capital humano y tal y cual que no es capaz de juntar sus mimbres para hacer un cesto impermeable a la estampida de jóvenes y no tan jóvenes. Sobre todo de oportunidades de crecimiento y futuro contundentes y capaces de convencer. Parece que aquí se cumple con creces aquella reflexión de que a quien le sobran músculos en la lengua le faltan en los brazos.
Ahora es el CSIC el que encabeza un proyecto, de la mano de empresas comprometidas, para llevar al mundo rural iniciativas de emprendimiento basadas en la innovación y la I+D+i, con el objetivo de poner en valor los muchos potenciales que asegura que tiene y conseguir el deseo más cantado: frenar la despoblación. Aseguran que el patrimonio agrario es un gran desconocido y las posibilidades de crear microindustrias viables en el campo con la orientación y tecnología adecuadas un campo de éxito por explotar. Ojalá sea un proyecto triunfador.
Como otros que se han puesto en marcha, ahí está el liderado por HP desde León y que ya da sus primeros pasos. O la velocidad de crucero que parecen tomar los proyectos del Icamcyl, en su doble vertiente de rentabilizar para la industria puntera las enormes escombreras del carbón, a la vez que asentar proyectos innovadores anclados en la herencia de las cuencas hoy abandonadas para la generación térmica. Todo ello de la mano de una inversión europea cuyas propuestas de financiación tendrían que estar mucho más generalizadas y avanzadas en general por estas tierras.
Hay potencial y herencia abandonada que poner en valor. Quizá sería aconsejable sumar esfuerzos y no distraer iniciativas. No tenemos tiempo que perder. Si hay futuro, lo exigimos como reclamamos la paciencia. ¡Ahora!