EDITORIAL | Avisos que muestran el caos en la sanidad rural
Es evidente que el sistema falla, que la sanidad pública carece de los mecanismos necesarios para garantizar la atención en los pueblos y que no hay un único rasero para medir los derechos de la población.
Los habitantes del medio más rural de esta provincia están acostumbrados a acudir al consultorio sólo aquellos días en los que tienen la certeza de que el profesional médico y de enfermería acuden a pasar consulta y las dolencias, si no son demasiado apremiantes, se van soportando hasta que llega la jornada prevista.
Sin embargo, esta certeza es cada vez más frágil pues ya se está convirtiendo en habitual que en lugar de encontrarse al médico, el ‘paciente’ paciente rural se tope con un aviso en la puerta pegado con celo en el que se notifica que el doctor está de vacaciones, o de baja, o atendiendo una guardia, o con libranza de una guardia, o en otro pueblo o en cualquier otro lugar o tarea que no sea la de estar en el consultorio al que se ha desplazado este paciente rural, porque estaba previsto que estuviera allí.
Es evidente que el sistema falla, que la sanidad pública carece de los mecanismos necesarios para garantizar la atención en los pueblos y que no hay un único rasero para medir los derechos de la población.
Lamentablemente, el problema es estructural y no hay visos de que mejore. Los recursos de la administración, en este caso de la Consejería de Sanidad, deben volcarse para mejorar la atención sanitaria en el medio rural, con la voluntad inequívoca de ofrecer un servicio digno y no con la intención de encubrir recortes y taponar con parches una situación insostenible. Por ello, es obligado dar voz a quienes viven de primera mano esta situación y escuchar atentamente qué es lo que ocurre cada día para poder poner freno al caos.