Diario de León

Vanessa Carreño

Yo, solo

Si cualquier problema es mucho más fácil de resolver cuando todavía es pequeño que cuando ya se ha hecho grande, ¿por qué esperar a estar realmente mal? 

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Sabe lo que es estar un día con ganas de comerse el mundo y, al día siguiente, sentir que su vida es un desastre y que nada funciona? ¿Le suena esta montaña rusa emocional? Muchas personas creen que es normal, que esos altibajos forman parte de la vida y que es algo que no se puede cambiar. Lo mismo que hay quien cree que es normal sentirse inseguro, vivir con miedo o estar siempre dándole vueltas a todo. 

Es como si fueran tirando con ese «problemilla» porque creen que se pasará, que pueden resolverlo solos o que no tiene solución. Cada dos por tres vuelven a tropezar en la misma piedra, y se pasan la vida así, haciendo como que no pasa nada, sin pedir ayuda y sin resolverlo. Y un día se dan cuenta de que han pasado semanas, meses, años, y nada ha cambiado. ¿Por qué no piden ayuda? Si cualquier problema es mucho más fácil de resolver cuando todavía es pequeño que cuando ya se ha hecho grande, ¿por qué esperar a estar realmente mal? 

Unos porque quieren convencerse de que no es para tanto, de que «yo no necesito ayuda». Otros porque creen que nadie puede ayudarles o que tienen que ser capaces de resolverlo solos, «como lo hace todo el mundo». Otros porque creen que pedir ayuda es de débiles, cuando en realidad es todo lo contrario. El primero en pedir ayuda es el más fuerte y el más valiente, porque acepta que tiene un problema y da pasos para resolverlo. Y si no puede hacerlo solo y necesita que alguien le guíe, pide ayuda y punto. 

Ni se imagina la cantidad de gente que hace un proceso de crecimiento personal y no se lo cuenta a nadie, como si fuera algo de lo que avergonzarse. ¿Por qué presumimos de ir al gimnasio para mantener nuestro cuerpo en forma y, en cambio, ocultamos que queremos mantener nuestra mente y nuestras emociones en forma? La mayoría de las personas tienen alguna dificultad consigo mismas, ya sea en la gestión de sus emociones, para tomar decisiones o en sus relaciones. La diferencia es que algunos se hacen responsables de resolverlo, y a otros se les pasa el tiempo.

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