Recordatorio del santoral
HOJAS DE CHOPO | "Tengo la tentación, que acepto —es bueno aceptar tentaciones cuando se inicia el año—, de reproducir los refranes, uno por cada mes"
Día de Reyes. Miro a ver si me han traído algo. Sé que lo tengo difícil. Quiero pensar que sea el olvido de no haber dejado nada de comer para los camellos. O quizá una copa para cada mago a fin de que puedan combatir el frío, vestido además de niebla. Prometo mejorar. Alguien, sin embargo, ha dejado abierto frente a la libreta un calendario de mesa. Obstinación por recordar el paso del tiempo. Es curioso y recogido, publicidad de un Servicio Técnico, con fotografías de diversos puntos geográficos leoneses, convenientemente datadas, y un refrán o dicho —llámese como se quiera— bien visible, vinculado al santoral y este con el clima y las actividades agrícolas.
Tengo la tentación, que acepto —es bueno aceptar tentaciones cuando se inicia el año—, de reproducir los refranes, uno por cada mes. Estos: «Por los Reyes, lo notan los bueyes» (enero); «Por Santo Blas, la cigüeña verás, y si no la vieres, año de nieves» (febrero); «Por San Raimundo, llega la golondrina del otro mundo» (marzo); «Por Santo Marcos, tu garbanzal, ni nacido, ni por sembrar» (abril); «Por Santa Cruz, el monte y la viña reluz» (mayo); «Por San Pedro se arranca el ajo y se pone el puerro» (junio); «Por Santa Marina, ve a ver tu viña; tal la hallares, tal la vendimia» (julio); «Las berzas que se ponen después de Santo Roque, caben todas en un pote» (agosto); «Por San Gil, prepara el mandil» (septiembre); «Por Santo Simón y Santo Judas, se tapan las cubas y se sacan los bueis de las acubriduras» (octubre); «Por Santo Andrés, el vino nuevo añejo es» (noviembre); «Por Santa Lucía, mengua la noche y se alarga el día» (diciembre).
Aquí está condensada esa que vino a llamarse sabiduría popular, basada en la observación de la experiencia y la repetición. Hasta dónde tenga valor es otro cantar.
Lo cierto, sin embargo, es que conformó un estilo de vida, un modo de ser y una razón para actuar. La tradición oral enriqueció la vida, la justificó en alguna medida, y conformó no pocas actitudes de nuestros antepasados.
Es verdad que sobre este y otros asuntos de igual o semejante enfoque se ha publicado lo suficiente como para no dar por perdida toda la riqueza atesorada a lo largo del tiempo. Pero no deja de ser un buen ejercicio, curioso al menos, que el lector de estas hojas de hoy intente explicar cada una de estas propuestas mensuales, con su significado y alcance, y añadir otro recordatorio del santoral a cada uno de los meses. A ver qué pasa.