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Con todo lo despoblado que está quedándiose este campo nuestro, también se queda pequeño cuando ha de facilitar el derecho de las gentes que necesitan comulgar con la naturaleza por Pascuas Floridas al menos o en vacaciones o por echar un cuete de escapada, así que ya es frecuente encontrar en un paraje de montaña aficionados a diferentes deportes a la vez: senderistas, escaladores, cicloturistas, barranquistas, fotógrafos de safari, excursionistas botánicos, seteros,  wild-life-observers  (o te lo aprendes en inglés o no te entenderá el guía de Potes o Panes), pilotos de drones, ruteros osunos o loberos y... cazadores... cazadores, cazadores. Demasiada asamblea deportista si coinciden todos; incordiante estorbo si se cruzan dos. Puede darse incluso alguna disputa de espacio de esparcimiento y aquí lo preocupante es que de todos esos amantes del deporte y del aire libre solo uno lleva escopeta, el cazador, que también puede ser nerviosito o grandón, hijo por ejemplo de aquellos babayus que casi nos descerrajan un cartuchazo en el contraembalse de Selga de Ordás donde pescábamos de amanecida mientras esos bárbarus taban a la’spera de que los bandus de currus salvajes levantaran vuelo al sur, así que camuflados en matorrales nos conminaron a no movernos por la orilla para no delatar su posición... ¡vos vuelu la cabeza, que no vinimos d’Asturies a que nos jodáis el día!... y firmes nos quedamos de puta rabia, a ver, es la ventaja de tener un trabuco entre los argumentos o las piernas (tampoco es necesaria una disputa territorial entre dos deportes para que llegue la sangre al río; es más fácil que te venga el cartuchazo cuando muevas unas ramas y crean que eres el jabalí).

Pues yo os pongo por caso, dijo Peláez vacilón, un paraje montañoso con bosques autóctonos y os pregunto ¿qué es lo mejor o menos malo para el sitio: que entren tres escopetas con muertes controladas o trescientos senderistas a su albedrío?, ¿son ahí más dañinos tres cazadores o treinta turistas cazados en la promesa ful de ver osos con pintas?... Hay ecoamores que matan.