Le den morcilla
Que no hay que ponerse así, señor mío, que sólo es una morcilla de Burgos campando enhiesta en cuatro torres mochas sobre un arroz hecho en paella valenciana con cuatro tajaditas de conejo en el centro del área dispuestas al remate, arroz que ya cogió su fama en solo días y que sirven en un comedero nuevo de la plaza de las Palomas. Y va usted y me dice mira tú, ya ves, ¡morcilla castellana en el corazón identitario de la capital de los cazurros!, justo frente a la Casa de la Poridat, que diría Victoriano, corazón de León humillado por ese tieso mondongo burgalés que no le llega al tobillo ni al cordel a nuestra reina mondonguera, morcilla froilana que va al plato o al cazuelo entrecallada... o bien frita en su sartén para hacerle barricada al frío... y sabiéndolo, ¿por qué no va en ese arroz con su socarré esa morcilla leonesa cantando secesión como hace el balcón municipal a la vista?...
Ya, señor mío, pero Burgos embutió además arroz y logró hacerla tan nombrada, que a toda España le suena o la prueba (la morcilla es a Burgos lo que el queso a La Mancha, el botillo al Bierzo o les fabes a Asturies), una popularidad nacional que todavía no alcanza la morcilla leonesa, aunque no será porque le falte personalidad o fundamento ni porque La Bicha y sus guiris y oriundos no la hayan hecho nombrar más allá de Beirut o Panamá en tendederos digitales donde siguen admirando estas tostas cargadas de caviar de gocho para refocilarse el focico. Pero no por eso tiene usted que obligarse a maldecir la morcilla de Burgos (y solo por ser de Burgos), pues ya ve que también tiene su cosa ese arroz con sangre en calceta, aunque ande algo sosa, que sí. Sin embargo, en este hoy de engullir sano-sanito, soso-sosito, blando-blandito, rápido-rapidito y al puto dictado japonés de moda, nadie superará a este sushi de sangre de puerco castellano, rollito de mucho arroz, morcilla pionera del futuro sushi caliente y, además, tojunto, nada de colorines, vicio oscuro, sin algas enfajando el bocadito, tripa de siempre... y churruscadita... ¡¿que no?!... pues presente usted una moción.