Editorial | La imprescindible y callada labor del voluntariado
Mucho se han llenado la boca los gobiernos y las administraciones, y sobre todo los partidos sin responsabilidades en la gestión práctica del asunto, sobre la necesidad de hacer frente a la interminable y dramática avalancha de inmigrantes que llaman a las puertas de Europa en busca de una oportunidad. Con más urgencia si cabe en el caso de los refugiados, que huyen de las guerras, la persecución y la miseria. De la muerte. Mucho se han llenado las bocas y mucho dejan que desear las actuaciones en la práctica.
Frente a este vociferio poco eficiente está la labor callada, continua y esforzada de organizaciones no gubermanentales como Accem, que sostiene una red de apoyo a estas personas sin recursos y sin amparo en todo el país. También en León, donde no dejan de buscar, y de encontrar y acondicionar, hogares en los que reubicar a los inmigrantes que están a la espera de que la maquinaria burocrática aclare su situación, y les permita intentar incorporarse a la sociedad con un trabajo y un proyecto de vida.
La organización suma soluciones habitacionales que dan un respiro vital a las necesidades de estos refugiados. En el caso de León, también en pueblos donde lo que sobran son casas y lo que faltan son habitantes. No es el objetivo de Accem, pero la llegada de inmigrantes jóvenes no deja de ser una solución también a tener en cuenta para luchar contra el abandono del medio rural. Los refugiados buscan regularizar su situación y construir una vida mejor. Los pueblos necesitan habitantes que mantengan su actividad y también sus escuelas y servicios esenciales. La ecuación pinta bien.