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Decía Nietzsche que el hecho de que nos encontremos tan a gusto en la naturaleza se debe a que ésta no tiene opinión sobre nosotros. Entre árboles, en plena montaña o rodeados de vegetación no nos sentimos juzgados, nos vemos libres, nos comportamos como realmente somos cuando nadie nos mira y eso nos aporta felicidad. De ahí, que los baños de naturaleza se hayan convertido en una buena (y barata) terapia cuando la realidad nos desborda. Dejarnos mecer por su cálido abrazo y su silencio nos libera y, aunque es algo que tiene más años que la tos, ahora se está poniendo de moda en medio mundo.

Lo contrario nos causa malestar. Es lo que debe pasarles a los políticos que integran el Congreso de los Diputados. Yo no sé a ustedes, pero yo cuando veo una imagen de la Cámara Baja siempre me da la sensación de que hay demasiada gente. Nada menos que 350 personas hay allí sentadas que, se supone, nos representan, aunque yo tengo mis dudas de que todo sea tan bonito como los lo cuentan. Demasiada gente para un mismo trabajo y luego, claro, se aburren. Es lo que debió de pasar ayer, que fue noticia la guerra de sitios entre Vox y PSOE. Como en el juego de las sillas, unos llegaron antes para arrebatarles los sitios a otros que se sentaban más cerca del presidente. Los segundos se enfadaron y se montó el lío, cuando lo importante era que se celebraba la sesión solemne de apertura de la XIV Legislatura. Pero, claro, de algo hay que hablar cuando no hay nada mejor que hacer. Todos quieren estar en primera fila y nadie quiere subir al ‘gallinero’ porque allí no hay tanta presencia. Quizás se trate de salir más en las fotos, de figurar, cuando en realidad lo importante es que hablen de uno por lo que hace (bien) y suele ser mucho mejor si, además, lo hace calladito, en segundo plano. Y más cuando se trata de políticos. La gente que busca constantemente el protagonismo cansa porque su actitud pone de manifiesto que detrás no hay nada más importante. Y eso es muy de políticos y pasa en todos los partidos. Aunque de esta gente hay en todas partes y tiene que ser un trabajo agotador. No sé si muchos políticos conocen León, una provincia con un impresionante patrimonio verde donde darse un baño de naturaleza es un placer para los sentidos y una buena forma de calmar los ánimos.

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