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La semana pasada publicamos en este periódico una información sobre la posible participación de Castilla y León en los próximos planes de reintroducción del lince ibérico, el felino más amenazado del planeta y todo un emblema en la península.

Esta información ha generado un profundo y necesario debate en las redes sociales, en el que han quedado patentes las grandes pasiones que levanta este animal. No me esperaba menos. La mayor parte de los lectores dan la bienvenida a este mamífero, que al parecer ya poblaba los montes de León hace más de sesenta años, aunque se trataba más bien del lince boreal. En cambio, otros consideran que este felino puede poner en peligro otras especies autóctonas, como el urogallo, también en serio peligro de extinción, entre otras muchas causas, por ser especialmente vulnerable para cualquier tipo de predador.

Lo que sí que está claro es que ser receptor de una especie tan emblemática y bella es una idea que en principio nos atrae a todos los que amamos la naturaleza. Hay que analizar todos los pros y los contras de esta propuesta, que como bien dicen desde la Dirección General de Medio Natural, requiere del consenso y de la aceptación de los expertos, pero sobre todo de la población local, para garantizar el éxito de la reintroducción. Castilla y León tiene mucho que ofrecer al lince. Sus parajes alejados de la civilización, es el territorio con mayor superficie forestal del país, sus amplias zonas agrícolas y de matorral, y la sana y abundante población de conejos, que representa el 80% de su alimentación, hace que sea una comunidad idónea para esta especie. Aunque sí que es cierto que se le pueden ir los ojos detrás de algún ave, también es verdad que puede llegar a ser un aliado para ellos, incluso para el urogallo, ya que al ser un felino muy territorial entra en confrontación con otros depredadores, como zorros o tejones, a los que desplaza, y que sí representan un grave peligro para las especies más vulnerables. También es bueno para el campo, ya que mantiene a raya a los topillos, ratones y, por supuesto, conejos que tantos daños ocasionan en los cultivos.

Lo que está claro es que el lince, ese lindo gatito, no deja a nadie indiferente. Por mi parte, bienvenido.