Editorial | La protección que merece un BIC
La declaración del patrimonio como Bien de Interés Cultural (BIC) supone no sólo otorgarle la máxima distinción administrativa. También es una garantía de protección y conservación para aquello que se supone reúne las condiciones para merecer un trato especial. Por ello, sorprende que tesoros como el Cáliz de Doña Urraca o las joyas bibliográficas que custodian la Catedral de León y San Isidoro no estén amparadas por esta categoría que garantizaría su perdurabilidad. Ya solamente el inicio del expediente de tramitación avalaría su protección, por lo que, aunque el proceso es largo, estos tesoros leoneses ya disfrutarían de una cobertura de la que ya disponen, precisamente por haber emprendido la solicitud, las propiedades del patrimonio eclesiástico de ciudades vecinas como Oviedo o Zamora.