Diario de León

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El término paleto lo cargaron de contenido los que escapaban de sus orígenes en busca del trabajo que el porvenir les había prometido a cambio de renegar del oficio de sus abuelos. La palabra, amartillada como un amuleto que escupían quienes no querían que les recordasen de dónde habían venido, ganó calibre a fuerza de arrojarla a los pies de los que se quedaban en los pueblos cuando el desarrollismo empezó a vaciarlos. El término hizo fortuna cobijado bajo la boina con la que Paco Martínez Soria construyó un personaje icónico con una maleta, una cesta con dos pollos y el chiste de su torpeza para entender el funcionamiento de un semáforo en un avenida de Madrid. Allí sigue el estereotipo, símbolo del atraso y la ignorancia frente a la modernidad y el progreso, como demostró esta semana la presidenta de la Comunidad madrileña, Isabel Díaz Ayuso, quien lo citó para tildar de paletos a los leoneses que defienden la autonomía separada de Castilla por «crear identidades donde no las había».

Ayuso, heredera del personaje al que Gracita Morales acusaba de querer ser «tanta Luchi, tanta Luchi, cuando al final se llama Luciana», reproduce el sentimiento paternalista de quien detecta a un hombre con boina y le entran ganas de adoctrinarlo. La presidenta de la comunidad madrileña, que tiene el defecto de que se le oye lo que piensa sin que sea su mejor virtud, ejemplifica el comportamiento de quienes miran desde Madrid, Barcelona u otras grandes ciudades y ven el movimiento leonesista como una tara que es necesario extirpar por medio de la educación, la pedagogía y la condescendencia. El comentario desvela el análisis de quienes argumentan que es una reivindicación que tiene que ver con el pasado, donde está lo superado, lo que hay que enterrar, cuando resulta que es un movimiento hacia el futuro, como mostraron las más de 80.000 personas que el pasado domingo salieron a la calle, donde la inmensa mayoría de los manifestantes dejó claro que su grito de esperanza para esta tierra pasa por el autogobierno, por mucho que los emboscados quisieran travestir la marcha para descafeinar la reivindicación y venderse como solución cuando forman parte del problema. Pero qué sabremos nosotros, s i sólo somos unos probines sin formación, sin capacidad para decidir lo que quieren. Vamos, unos paletos. Yo, el primero.

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