Editorial | León entra con cautela, pero sin alarma, en la extensión del coronavirus

Era cuestión de tiempo, y ayer León despertó con su primer caso de contagio por coronavirus. Importado de Italia, y que llevó al aislamiento del personal sanitario que atendió en el primer momento, sin las precauciones protocolarias, al afectado. Hace días que los profesionales de todos los ámbitos sanitarios de la provincia están preparados y cuentan con las dotaciones necesarias para hacer frente al manejo de personas contagiadas, pero lo que se ha puesto de manifiesto es que el contacto con los afectados puede producirse en cualquier circunstancia, y es difícil prevenir este tipo de situaciones.

El conjunto de los ciudadanos está muy pendiente de la extensión de la dolencia, aunque es verdad que el esfuerzo realizado para ofrecer información veraz y vencer a los bulos está dando sus frutos. Más informados y menos alarmistas. No por ello ajenos a que en un mundo en el que la población se mueve de un lado a otro del planeta a velocidad de vértigo es imposible poner barreras eficaces a la extensión del virus.

Pendientes también de las repercusiones que la crisis, pero sobre todo el miedo, pueda tener. Y de sus consecuencias económicas. Con la Semana Santa muy cerca, León debe prepararse para hacer frente con serenidad y garantías a las aglomeraciones que se producen en los días que más ingresos generan en las arcas de los negocios turísticos de la provincia.

De momento las recomendaciones son sencillas: la única mascarilla eficaz para defenderse del contagio y sus consecuencias es una higiene adecuada, la información, y una gran dosis de sentido común.