Diario de León

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H oy llueve en esta cárcel de disfraces. El tiempo ha dejado ya sus prisas y camina liviano hacia el dolor. La tromba que ha caído limpia las fachadas, desnuda las almas, dibuja nuevos ríos. Hoy el patio está inundado y un preso sonríe: el corazón se le ha enfriado y ahora brinda en soledad. El agua nueva la ha llevado hasta allí. Para reír de amor inexistente, para llorar de inmensa libertad. Hoy la eternidad corre por las alcantarillas, oxidando los canales, naufragando en los retales del ayer. Las ratas saludan abajo: dan la bienvenida a quien estaban esperando. Mañana lloverá en otro lugar. Donde el tiempo vacile a quien lo teme y brote aún un rayo de esperanza. Hoy muerde voraz la conciencia, mientras se pudre entre socorros en la mirada de las mil millas.

El Día Internacional de la Mujer no lo fue en todas las partes del mundo. Globalizado y viral, hasta en lo vírico, aún se resiente en la Europa más cercana a Oriente, donde los antidisturbios no dudaron en cargar, también con gases lacrimógenos, contra 5.000 mujeres que tuvieron la valentía de transgredir su reivindicación por una calle que desde hace años permanece cerrada a todo tipo de manifestación. Fue en Estambul y acabaron deteniendo a 34 participantes. En otros barrios también hubo concentraciones, previa autorización y sin incidentes. Al igual que la policía turca no titubeó en forcejear con las cinco mil insumisas, en la última semana la realidad ha martilleado los tímpanos a carcajadas varoniles que no dudaron ni un instante de mofarse de muchas de las actitudes feministas. La mayoría desde el imperio y el menosprecio, con aires del Pleistoceno, y muchas en presencia de damas. De modo antagónico, también se ha percibido un aluvión de gente entregada a la igualdad, con hombres que llevaban a hombros a su amiga, o a su chica, o a su prima, como si fueran sus escoltas en una batalla con una única bandera. El global ha supuesto un hálito de aire fresco y renovado, un hierbajo que irrumpe con rigidez entre la maleza pero que a su vez crece amenazado por el segador, quien volvió a sacar a pasear la guadaña que guardaba desde hacía un año en la casa del pueblo. A los machirulos de las cavernas les podría venir bien debatir con una estudiante de biotecnología de la ULE, para recibir una lección. A quienes apoyan con sensatez y sin extremismos —lamentable el acoso a las de Ciudadanos— esta lucha por alcanzar la equiparación real —la legal dice la política Ana Pastor que ya se consiguió—, que divulguen su palabra y la defiendan con hechos cada día.

Hoy no es 8 de marzo pero debe seguir siéndolo en la conciencia universal. Hoy son ya quince las mujeres que han muerto a causa de la violencia machista en España. Hoy la igualdad está más cerca, aunque el camino hasta alcanzarla va a ser agotador. No se rindan.

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