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De la circulación de  fake news  sabe mucho la Historia, vicio viejo, logísticamente tentador e inevitable... ¿cuándo se inventó el fino rumor sibilino o el burdo bulo criminal?, ¿fue Adán o fue Eva?, dilema-dilemón...

Desde siempre, la mentira -vieja socia- es como la poesía, un arma cargada de futuro (imperfecto); y funciona: si se juntan una mentira linda y un cabreo ciego o insolación, siempre sale un dedo apuntando a alguien... y detrás del dedo, el tío de la porra, el que empuña la pistola... o la de Dios es Cristo.

Ese dedo. Esa mentira.

Cuando hay miedo, las mentiras lindas o resueltas cuelan bien. Y si es pánico, mejor. Las alertas no siempre funcionan: ¡que viene el lobo! Con las plagas y las pestes pasa lo mismo: ¡que viene el virus!... y la mangarriega que aquí no llega, si llegaría... pero el virus ya está aquí, canta bajo tu balcón y ya sube a morderte los zancajos... ahora métete si quieres bajo la cama, pero acabarás sobre ella con 40 de fiebre... y te reías... ¿seguirás haciendo chistes como el de «no, mi mujer no viene, quedó con 40 en la cama»?...

Confiemos en que la coronación mundial del virus no provoque aquí ni la centésima parte de muertos por la peste de 1834 cuando en un caluroso julio se incrementó en Madrid el número de víctimas, propalándose entonces por calles y mentideros una ridícula mentira, pero vestidísima de verdad y furia: « los frailes han envenenado las fuentes »; y la ira popular enloqueció, se incendió el tarro de la turba, se asaltaron iglesias y conventos y se asesinó a 77 frailes, hubo numerosos heridos; y el cólera se reía (aquí alguno estaría encantado de propalar que el virus viene vía Valladolid... patrocinado, con IPG y Sabor de Tierra, claro está).

Angela Merkel no se anduvo con rodeos o mentirijillas víricas y con las verdades por delante ha dejado tan engatillados los esfínteres del 70% de la población alemana, que no les cabe pol culo una lenteja. Ante lo cual, Sócrates, que ya se iba, fue cínico: « con mentiras, por favor... ya que vamos a morir, mejor engañados que desengañados ».