Editorial | Hay que limitar los daños
El Gobierno anunció ayer un plan de medidas económicas excepcionales para intentar limitar los daños generados por el Covid-19 que estarán dotadas con 18.225 millones de euros durante este año. Se trata de líneas de actuación centradas en los pilares de la sociedad española y su estado de bienestar, y también en los frentes en los que ya se están sufriendo los primeros perjuicios. Familias, pequeñas empresas y autónomos, y el sistema sanitario centrarán esa respuesta que ahora requiere la implicación de todos. Tras la experiencia vivida con la crisis mundial que arrancó en 2007 con el estallido de las hipotecas subprime estadounidenses es exigible que se olvide la inacción y que se apueste por atender las recomendaciones de los expertos para intentar reducir en lo posible el daño al tejido económico. La recuperación ha sido muy costosa y demasiado prolongada en el tiempo, y con ese conocimiento de los efectos devastadores que tiene en el sistema económico su paralización ahora más que nunca hay que avanzar hacia una respuesta adecuada, consensuada y guiada por criterios científicos.
Las primeras quejas ya se han podido escuchar alegando insuficiencia de recursos. Pero sin duda, ese no será el mejor camino, el de la queja estéril y la demanda de que vengan a traernos a cada uno la solución a los problemas a nuestras casas.
El tejido económico español, y especialmente el leonés, tiene en las pequeñas y medianas empresas, y también en los autónomos, su clave fundamental. El Estado —Gobierno, autonomías y ayuntamientos— deben realizar un esfuerzo desde ya para facilitar un colchón a este tipo de tejido productivo especialmente sensible para que pueda aplazar sus obligaciones y paliar un perjuicio que parece inevitable. Hay que movilizar los recursos necesarios en ese esfuerzo colectivo que debe contar también con la acción de los principales protagonistas, los emprendedores, que necesitamos que estén atentos para que esas ayudas e incentivos no acaben sin aplicarse al no existir una demanda eficiente.
Una crisis mundial, nacional y local como ésta requiere del máximo esfuerzo de todos para reducir los efectos. Atender los llamamientos de las autoridades es un deber cívico. La información que están facilitando las instituciones debe ser leída con detalle y atendida en beneficio de todos. La falta de precedentes no pone las cosas fáciles. Pero lo importante es que este episodio deje las menores cicatrices posibles en todos los órdenes de nuestra sociedad.