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Editorial | Preparando desde ya recursos contra un daño al empleo que se hará viral

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La terrible crisis económica que genera ya el coronavirus expande sus tentáculos por todos los sectores y los expedientes reguladores de empleo, e incluso en algunos casos los despidos, son una realidad a la que la sociedad debe otorgar máxima prioridad. Lo primero es la salud, todos los medios centrados en lo sanitario y en el bienestar social para frenar en lo posible el impacto de la enfermedad. Pero la otra gran prioridad precisa desde ya toda nuestra atención y especialmente la de las diferentes administraciones, incluida la europea. La experiencia vivida en la pasada crisis debe servir de ejemplo para tener claro que no llega con paliar las grandes cifras desde una austeridad que empañe el futuro. Se trata de dar respuesta a los problemas de la calle, con herramientas eficaces y ágiles para conseguir que cada empleo, un auténtico tesoro con lo que estamos viviendo, se blinde con apoyos institucionales que eviten otra grave crisis en las familias y en la calle, en la economía real de los ciudadanos, como la que tanto tardó en empezar a suparse. El reto ahora obliga a un giro de 180 grados en las administraciones. Los 200.000 millones de euros anunciados ayer tienen que ser una realidad en la calle. Y con una política de diálogo y acuerdo, como en los Pactos de la Moncloa de la Transición, con todos los partidos y agentes sociales actuando a una, para sacar adelante un país sumido en incerdidumbres como entonces.

En León las cosas están peor. Así lo dijeron los que iban detrás de la pancarta el 16-F.
Les toca ponerse manos a la obra y defender esta tierra

De nuevo llega a la exigencia de altura de miras y de generosidad. El Gobierno tenía unos planes, puestos en duda por la UE y por muchos expertos, para penalizar a las empresas y a las familias con una mayor presión para elevar el gasto público con fines a veces loables, como el medioambiental, pero quizá no tan urgentes como la tarea que se nos presenta. Toca volver a la casilla de salida. Hay que apoyar al tejido económico. En España se basa en pymes y autónomos. Esos que ya no están trabajando pero pagan facturas. Hay que movilizar recursos para que nadie tenga que cerrar, para que recuperen la actividad y sus trabajadores en cuanto pase la alarma sanitaria. En León, conocida y compartida es la opinión de que las cosas están peor. Así lo dijeron los que iban detrás de la pancarta el 16-F. Les toca ponerse manos a la obra y defender los intereses de esta tierra, en una batalla sin duda aún más dura de lo previsto.