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Este pasado domingo teníamos prevista en casa una cuchipanda de buena mesa, prolongada bebida y excelente compañía. Pero todo se truncó.

El primer apocalipsis que recuerdo entremezclaba un fin del mundo profetizado con día y hora por cuando terminaba la EGB con un cómic muy propio de aquél entonces, en plena efervescencia del colapso imparable nuclear. Narraba cómo una pareja mayor afrontaba una explosión atómica entremezclando las precauciones escuchadas con la sensación de que tras el estallido todo era normal.

Cursadas a estas alturas varias reválidas milenaristas y de cataclismos, toca encierro cuartelero de guión incierto. Ya nos dicen desde los neopúlpitos que nada será igual. Pero quizá a estas alturas sólo debemos aventurar que nadie nos anunció todo esto.

A esta tierra leonesa la pilla con los deberes sin hacer y con demasiadas dudas de confianza sobre los que tendrán que hacer algo más allá de relamerse las heridas y gruñir mirando de medio lado al rival de enfrente.

Recuerdo que lo antinuclear registró un rápido parte de bajas cuando resultó que la radiactividad venía del otro lado del muro. Fue un buen ejemplo de eso tan humano de tapar las vergüenzas propias y de los próximos. Sólo cuando la nube nuclear fue brutal llegó la confesión soviética de la aberración. Ahora fue China, y en el futuro quién sabe. Con todo tan globalizado cada segundo cuenta y esa ocultación o retraso decidirá la vida de muchas personas. Pero qué fácil es acusar al otro de tapar sus problemas mientras se echa tierra a los propios...

Nada será igual... o quizá sí. Se dijo en el 11-S. Y tuvimos que ceder una buena ración de libertad en aras de la seguridad. Tras la ‘no-crisis’ la igualdad se ahondó con espacios cada vez más alejados. Ahora toca la fraternidad, con unas trincheras localistas que se harán más profundas porque parece que el ser humano lleva en su AND la búsqueda de refugio al más puro estilo del reino animal.

Ahí fuera estos días descubrimos a mucha gente interesante. Y como dicen los memes muchas tonterías han ido a la papelera. Debemos apostar po lo importante, no por lo que ya tienen pensado los que dicen que nada será distinto, por que una vez más quieren conquistarnos con sus verdades.

Habrá mollejas. Seguro. Ojalá que en un sitio menos enclaustrado que el salón de casa. Para oxigenar el gintonic...