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Diario de una confinada | DÍA 7

Y al séptimo día, no descansó

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León

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Antes del virus, quedarte en casa era el sueño. Se lo proclamabas a todo el mundo: «Hoy me quedo en casa». A veces, como amenaza: «Como me quede en casa…». O de ultimátum: «Me quedo en casa y punto». Luego, ya en casa, descubrías que a lo mejor no había sido tan buena idea. Te esperaban la fregona, la lavadora, la ropa tirada por el suelo que los habitantes de la casa creen que se coloca en el armario ella solita, el perro y los deberes de los niños.

No hay nada que desuna más a una familia que la educación. De verdad. Un poquitín de cada asignatura al final son un mucho. Un demasiado. Si a veces, vas al parque porque hay que hacer un trabajo sobre las hojas. Para inglés, para alemán que también celebran la fiesta de la hoja, para ciencias y para ‘sayens’ los bilingües. Pero alma de cántaro, ¿cuántas especies de árboles crees que hay en la ciudad? Llega un momento que te haces insumisa. A la fuerza. «Hoy no hacemos los deberes». «Nosotros este puente también nos lo cogemos». O «anda y que vengan ellos a hacer los deberes».

En tiempos del virus, nada ha cambiado. Solo que ahora, además del teletrabajo, la comida, la lejía contra el virus, cuidado con los pomos, ponte los guantes y la mascarilla cada vez que bajas a la calle que hasta se te quitan la ganas, hija, tu marido en casa todo el día, el wasap echando humo, tus amigas con sus maridos todo el día en casa, tienes que atender la app del cole de los niños. Y de las niñas. Sin recreo.

Vienen a tu rescate las ‘marías’, ya ves. Música, dibujo, educación física. Quién te lo iba a decir. Quién se lo va a decir al ministro de Educación. O a la ministra. Que ya veremos cómo acaba todo esto cuando todo esto acabe.

No hay tregua ni descanso. Como contra el virus. Solo que esto a lo mejor no es necesario. Quizá es tiempo de enseñar otras asignaturas que ahora se nos revelan como vitales. Quizá es hora de aprender las materias que nos van a sacar de esta: solidaridad, empatía, equilibrio, aguante, esfuerzo, adaptación, colaboración creatividad. Cada día hay un ejemplo sin necesidad de app. Médic@s, sanitari@s, limpiador@s, repartidor@s, cajer@s, reponedor@s, policías, militares, periodistas, enterrador@s, panader@s, barrender@s, informátic@s… Quizá sea tiempo de sacar el examen que otras generaciones aprobaron: la vida es incertidumbre al cuadrado.

El virus encarna ahora lo que siempre hemos temido y tenido: miedo a lo desconocido. No pasa nada. A lo mejor hay que dejar a los hijos que tengan, ahora que el tiempo ha quedado suspendido en cuarentena, lo que no tienen el resto del año: sus padres.

Qué mas da, si 20-20 en vez de 12 meses va a tener 10. Y de eso, no se libra nadie. No perdamos el tiempo en tonterías. Aprended algo. Dadles vacaciones a los profesores. Y no os tiréis por la ventana madres, padres, que sois los héroes de puertas adentro. Os merecéis un aplauso en el balcón. Hasta mañana. Cuidaos mucho.