Editorial | Lo local en una crisis global
La virulencia de la crisis económica que genere la pandemia del Covid-19 depende sobre todo de la duración de la enfermedad y los contagios, y de posibles rebrotes en los meses siguientes a la superación del momento crítico. Es, por tanto, un factor en buena parte incontrolable. El efecto real de las medidas que se adopten en los distintos niveles administrativos será otro de los factores que determinen la profundidad de la herida económica que habrá que cerrar ahora y después. Pero el análisis de los economistas es claro: en esta crisis también habrá víctimas, negocios y trabajadores. Y serán, como en el caso sanitario, las más débiles y vulnerables. O las que ya tenían problemas antes.
Las medidas para mantener el tejido productivo ‘vivo’ exigen fortalecer el pulso interno de León
Una circunstancia que cobra especial relevancia en un León al que el zarpazo le llega cuando intentaba tomar impulso para consolidar la recuperación de su tejido económico y laboral de la profunda recesión iniciada hace más de diez años. Los economistas leoneses son rotundos: la provincia estaba aún lejos de considerar alcanzada la estabilidad económica anterior a 2008. Y los sectores que saldrán más perjudicados de esta parálisis productiva y de actividad son en buena parte aquellos a los que la provincia y la capital habían fiado buena parte de su futuro económico. El turismo es el caso más claro, y el sector que sufrirá en mayor medida el miedo que quedará durante meses en el ambiente. Arrastrando a un montón de actividades y empleos inducidos.
El temor de los ciudadanos respecto al futuro económico tiene también en el punto de mira a los compromisos de la Mesa por León. Es evidente que el gasto sanitario, empresarial y laboral que genera el coronavirus restará en gran medida inversión pública en los próximos años; tan cierto como que es precisamente ahora más que nunca cuando la maquinaria que con tanta pompa se ha puesto a reivindicar tiene que mantener el pulso y no dar ni un paso atrás.
León no puede permitirse un fiasco más, y ahora lo tiene aún más difícil. Las administraciones ponen sobre la mesa medidas para mantener el tejido productivo ‘vivo’ mientras está parado. Para seguir vivo necesita mantener el pulso dentro. Eso hay que exigir.