Meneos lejanos
La de hoy no es columna para todos los públicos. Absténganse, hasta que les avise, quienes son de vahído fácil. Después de más de 30 años de columnismo, uno creía haber escrito ya de casi todo. Pues no. Ha llegado la hora de zanjar ese casi. Y no por gusto, sino porque la actualidad manda. El gobierno de Irlanda acaba de recomendar la masturbación como forma de combatir los contagios sexuales por coronavirus. «¿No habrá usted entendido mal y lo que se ha recomendado es hacerse una infusión?», me preguntará el prudente lector. Por supuesto que he entendido bien. Y además ha recomendado lavarse las manos antes y después, algo que a don Camilo José Cela le hubiese dado para disertar en una tercera de ABC. También ha recomendado recurrir al sexting, que consiste, entre otras especialidades del amplio menú, en grabarse un video bailando la danza del vientre y luego compartirlo en las redes. Y es que el confinamiento forzoso ha de tener con mono sexual a quienes, como a nuestro don Juan Tenorio, estaban acostumbrados a darle a su cuerpo promiscuas alegrías diurnas y nocturnas, además de no perdonar una siesta. Esto le ocurre hace años al hijo de la tonadillera y se le funden los plomos, los de arriba y los de abajo. «¿Seguro que ha entendido bien lo de la masturbación, no les habrán recomendado correr la maratón?», insistirá mi lector incrédulo. Está muy clarito…y lo de la maratón… cómo no sea del sofá a la nevera. En fin, que la propuesta irlandesa habrá sido aquí muy aplaudida por el inspector Torrente.
Una vez abordado el espinoso asunto, ya pueden incorporarse a la columna todos y todas. Soy madrileño, afincado en León desde 1985. En estos días aciagos siento más amor que nunca por mis raíces, no desde el localismo sino desde la fraternidad. Somos un todo. Ya no hay provincias, sino prójimo.
Por cierto, el vicepresidente Pablo Iglesias ha recalcado que el Gobierno puede pedir a particulares «sacrificios» de la riqueza, por interés general. Está en la Constitución, que lo delimita, pero inquieta dicho por él. También podría ser necesario sacrificar un casoplón en Galapagar, para sede de algo. Pero esto, como don Quijote argumenta a su escudero: «Peor es meneallo, amigo Sancho». Vale.