La mohína
Tengo que pedir perdón -y ya no sirve de nada- a un señor de Valladolid al que ayer llamé tarado aquí por «tirar a su señora» por la ventana de un tercer piso estrapayándola mortalmente contra la acera de una calle del barrio de Pajarillos, ese barrio de fama abollada, vida dura y aluvión. Así se envolvió la noticia desde un principio, simplemente poniéndole el lazo de «todo hace suponer», lazo que soltaba después el mismísimo ministro de Interior al usar la expresión crimen machista que ni siquiera remotamente atisbó el juez al decretar la libertad incondicional del pobre hombre que solo trató por todos sus medios de impedir que su mujer se arrojara al vacío, desesperada, suicida, yo no aguanto más, me mato... 56 tenía, dos hijas en otro confín y ella allí con su marido, tan solos y tan encima, ¿se volvió loca?, ¿se desesperó?... sea lo que fuere, esta indefinida prisión -que aún se prorrogará otros dos mesesla disparató del todo. Y ahora sólo falta que venga algún falampos de Vox pontificando: «¿teníamos razón o no?... hoy mejor que nunca se demuestra que, confinados, la violencia de género solo es violencia doméstica, en casa de uno, de puertas adentro, república independiente, jurisdicción propia y del honor, que es patrimonio del alma... ¡y el alma solo es de Dios!... la violencia que se hace en casa, se queda en casa y doméstica es» (eh, míster Smith... cucha, Ortega... ¿es doméstica también la violencia de portal, de ascensor o de rellano?). Los expertos anuncian remontada en violencia familiar. Hay matrimonios desavenidos que en toda su vida no estuvieron juntos ni la mitad de tiempo al que este mes les obligó sin poder despintarse la cara del otro las veinticuatro horas del día; y eso a más de uno le desquicia (Señor, perdóname por haberte pedido tantos años que mi marido me dedicara más tiempo). Y aún estamos en la obertura de esta tragedia wagneriana. Alberto Mantovani, de los epidemiólogos más respetados del mundo, no se engaña: «solo estamos viendo la punta del iceberg». Y cuando no haya harina, la mohína se hará cuchillo.