Diario de León

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Consolaos sabiendo que todo podría estar peor o ir a mucho peor, que cabe, y sobran agoreros para ponerle alfombra a ese futuro. Imaginad, por ejemplo, un internet colapsado de reprente con tanto uso mundial simultáneo y pegando un reventón de apagón general, rota toda comunicación, medios y móviles mudos, y con toda la gente acuartelada más que nunca al no haber noticias, desempolvando el fijo para nada, el tamtam o la paloma mensajera y con solo unas camionetas de altavoces recorriendo las calles al atardecer para comunicar las órdenes de la autoridad tras decretarse un férreo toque de queda. Y nada nos alegraría más que escuchar bien alto la orden  ¡silencio, se rueda!  confirmando que toda esta truculencia y agobio se trata tan solo de una película, pues las cosas que hoy vemos en vivo solo se veían en el cine. Pero este peliculón es real y nos han metido a todos de actores, cuánto honor y puta gracia, diciendo que tenemos un papel histórico y heroico, pues según advierte Destino Celestino, su director, producción no tiene dobles para las escenas de riesgo mortal.

Peor sería, como en tantas pelis, que no tuviéramos la despensa y el súper a los que acudimos voraces a rellenar de munición lorzas y cartucheras. Y peor sería que tuviéramos que matarnos por una raspa de pescado en un contenedor de basura o pagar la pescadilla a precio de mascarilla Cristiandiós. Peor sería.

Octavito calla ultimamente (mala señal, estará lívido), pero mandó una receta: Ya que en este ahora se precisa hacer mucho teatro, vístase usted de psicólogo como cualquiera de los 1.738 que en este mismo instante nublan las redes con consejos para no caer en depresiones de presidiario o de caballo. Y dígase alto:  Si me pongo en lo peor, mi desgracia es más pequeña . Y para apearse del enfado dígase algo tremendo:  peor sería si esto fuera Senegal o reinara Puigdemont . Analícese y duélase, sí, pero después compárese y alíviese, coño, tiomorugo, tiacalambres, no me zeái uztede vuzotras tan cenizos y cenizas... (efectivamente, Octavito está de atar, lo que temíamos).

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