Quién da más
La prensa toca estos días muchas de las esquinas a las que llega, por muy diversas razones, la crisis sanitaria por la que atravesamos y que pone en evidencia aspectos derivados o tangenciales de la misma, lo que demuestra su importancia en todo momento, más en circunstancias excepcionales. Permítanme referirme solo a dos asuntos que ocupan importancia en dos periódicos de lengua inglesa.
The New York Times ha puesto el foco en los «ricos europeos» que «han decidido pasar el confinamiento de la pandemia» en su segunda residencia. Y este es el caso del expresidente Aznar. El reportaje pone sobre la mesa la galopante brecha de desigualdad. Un doctor citado por el diario neoyorkino los tilda de «irresponsables y egoístas». En el caso del español, amparado en la prepotencia y la pela, a uno le gustaría saber, simplemente, cuánto cuesta a los españoles este «sálvese quien pueda».
Financial Times afirmaba en los primeros días de abril que el elemento que diferencia, para mal, a España de otros países en la gestión de la crisis son las rivalidades políticas. La confrontación sin tregua. Qué triste. Alejados cada vez más de la gente, en general son los políticos una rémora para este país. No tienen otros intereses más que los suyos, preparando ataques y contraataques grupales. Ocupación primordial para algunos, al parecer, en tiempos de rigor y seriedad.
Hay en esa clase heridas que duelen a los demás. Tantas veces. Aquí sí parecen ponerse todos de acuerdo. Ejemplo: los 1921,20 euros que reciben los padres de la patria, la suya, no residentes en Madrid en concepto de dietas, incluso cuando, como ahora, no tienen desplazamientos. Y otros, seguramente. A uno se le ocurrió donar la cantidad, con el consiguiente ruido dentro de su partido. No están para eso. Debería entenderse que tales cantidades no les corresponden. Resulta muy fácil disparar con pólvora ajena. No se les cae la cara de vergüenza ni de indignidad. En esto interviene la representante de un tercer partido y exige la devolución de la cantidad irregularmente percibida. Tampoco es eso, señora, y usted lo sabe muy bien. ¿La perciben en períodos vacacionales o con las cámaras cerradas? ¿Perciben entonces otros complementos por comisiones, etc.? Pues eso.
Los políticos difícilmente entran en crisis. Salariales. Con la que está cayendo en esta sociedad fracturada también en lo económico, la inmoralidad se convierte en escándalo. Y no pasa nada. A engordar. Nosotros y la deuda.