Editorial | Responsabilidades sin confinamiento
Vivimos una situación realmente excepcional y sin precedentes. Todo se ha hecho de repente muy complicado. Pero no vale aprovechar esta coyuntura para hacer trampas. Las quejas por el cierre del Portal de Transparencia del Estado que debe hacer públicos los contratos y los gastos generados por la pandemia son lógicas. Y también la exigencia de responsabilidades por los errores graves que se están generando. No vale mezclar las cosas. Hay que apoyar al Estado, en todos los frentes e instituciones, pero también ser exigentes. Aquello de «decir que había crisis era antipatriota» acabó como acabó. No podemos volver a los mismos errores, aunque en las últimas horas han sido representantes del propio Ejecutivo los que han confundido Gobierno con Estado, o bulos con informaciones que no gustaban... En Democracia caben todas las ideas, y las críticas forman parte del sistema, especialmente si ayudan a mejorar las cosas. Este martes lo comprobamos cuando La Moncloa rectificó sobre la salida ordenada de los niños.
Pero lo que no es aceptable, y es exigible una investigación y que se purguen los culpables, es en los episodios de irresponsabilidades poniendo en juego vidas humanas. Si las mascarillas defectuosas estuvieron cinco días en los hospitales cuando se sabía el problema, alguien tiene irse a casa. O quizá a la cárcel.