, informa B. Planillo
Se murió Toño, ahora que la muerte quiere dejar de ser noticia. Se fue Plani, ajeno a las cifras que cada mañana nos da el parte, indiferente a un virus que nada tuvo que ver con el enorme corazón que, de tanto bombear vida, agotó a los pulmones. La firma se coló dentro del texto para dar la única noticia ocurrida en la montaña central leonesa en los últimos 28 años que no lleva su nombre en negrita, debajo del titular o al final del párrafo en el que se avisa, después de la coma que sirve de maestro de ceremonias, de que informa Barrio Planillo. Ahí queda la rúbrica para la historia de una parte de la provincia que tenía como capital La Robla, pero que se alargaba al norte, hasta frisar la raya en la que nacen el Curueño y el Torío, para luego abarcar hacia el sur la franja inmensa de terreno que describen los dos valles. «Será de Plani», se oía en la redacción cuando alguien preguntaba por un municipio indeterminado en esa latitud en la que vivió como corresponsal la pasión de entender que los pueblos se mueren el día que se deje de escribir de ellos. «Somos el último eslabón, escribimos a pie de calle, llegamos al último rincón, la mayoría de las veces solos...», dejó anotado en el discurso con el que, en junio de 2005, en la entrega de la insignia de oro de la provincia con la que les honró la Diputación, ejerció como portavoz de todos los corresponsales: «la extraña tribu que quiere reivindicar que León existe y tiene derecho a existir».
Perdimos al corresponsal que sacaba noticias como cerezas: tiraba de una y le salía otra, y después más, hasta hilar la crónica de un territorio al que siempre defendió, al que nunca traicionó, en el que describió la vida de sus vecinos sin tener que dejar de mirarles a los ojos. En esa cercanía, alimentó la vida social de la zona, recogió el relato del más pequeño de los pueblos, porque hasta en el breve que parece nimio hay retazos de etnografía que se pierden, y se aferró a la lucha de los mineros, como aquella noche en la que lloró en la lampistería ante los cuerpos de los seis jóvenes muertos en el pozo Emilio del Valle. Se ha ido Plani, que llenaba el espacio con abrazos inmensos de los que arropan y un humor contagioso que empezaba por reírse de sí mismo. Se murió Toño, a última hora de la noche del jueves, al filo del cierre; qué cabrón. No había prisa, amigo, por esta noticia hubiéramos esperado toda la vida.