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Todo esto es tan nuevo, tan inédito, insólito, dramático... ¿cuántos esdrújulos le caben por la cara?, ¿y cuántos le cabrían por el culo? Todo nos es desconocido o estrenado. Nadie aquí sabía cómo someter a seis demonios desatados y una minúscula fiera corrupia, aun debiendo saberlo. Dirán que no había másters de ello para cebar currículums, aunque doctores tenían como los tiene la Madre Iglesia y puto caso les hicieron. Venían diablos. Se sabía, lo sabían y lo sabemos ahora los tontos de la función. Y la cara de estupor que hace dos meses nos pusieron ¿no la ponen ahora de vergüenza? Los unos y los otros. Sobre todo, los hunos, que creen que tener vergüenza es de cobardes si aún sobran injurias en la cartuchera y una infamia letal en la recámara. Aunque los hotros también dicen que jamás hay que tenerla habiendo un inferior que pueda pagar el pato y un frontón en las alturas.

Normal que todo esté siendo un trampalantrán. Y en lo oscuro, una trapacería que se trama o se improvisa. Con este fondo, las explicaciones salen torpes, foscas, se cuela el titubeo y la credibilidad se esfuma... y es que poquita transmitían los jefes uniformados y planchados que comparecían con el gobierno en sus citas diarias representando a maderos, picoletos y militronchis (triste empeño en dejar claros los diferentes cuerpos hasta cuando deben ser una unidad). Demasiado envarados y tiesos. Les han dado puerta. Con razón, comunicaban fatal. Si esto es, como dicen, una guerra, ¿qué hacían ellos con sus galas militares, medalleros y entorchados?... ¿suelen ir así al frente?... pues si de guerra hablamos, mejor imitar a esos generalotes americanos (con más experiencia en guerras que todos nuestros mandos en darle al mus o ahorcar el pito doble a la garrafina) que salen a escena vestidos de campaña o camuflaje, con verbo enérgico y un mapa detrás donde van señalando objetivos, bajas y zambombazos. Pero si por no saber qué decir, o no estar muy convencidos, los nuestros tienen que leer lo que les dicen, es decir, recitar, malo. Oído al parche, rapaz: tú, si recitan, reza.