La prórroga está en el aire
La prórroga del estado de alarma está en el aire. El entorno de Pablo Casado no es partidario de renovarla. Tampoco lo son algunos presidentes de comunidades autónomas que no creen que sea necesario alargar otras seis semanas el confinamiento. Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, y el lehendakari vasco, Iñigo Urkullu, consideran excesiva la pretensión del Gobierno y señalan la confusión que generan algunas de las medidas anunciadas por Sanidad para iniciar la hoja de ruta de la «desescalada».
Rechazan que sea la provincia el marco territorial que trataría por igual a zonas en las que apenas hay infectados con otras urbanas donde sí los hay.
En la misma dirección, desde el PSOE ha levantado la voz para decir con una rotundidad de la que casi se había perdido memoria en el seno del partido Javier Lambán, presidente de Aragón: «Salvar vidas de los aragoneses está muy por delante de salvar políticamente al presidente del Gobierno». Son palabras que deben estar retumbando en La Moncloa y que señalan profundas discrepancias respecto de las medidas previstas en la agenda de reducción del confinamiento —en Aragón hay zonas rurales y varias comarcas que apenas han tenido contagiados por la gripe china—. También señalan otro de los errores: la arrogancia con la que el Gobierno está gestionando la crisis sanitaria. Casi todos los presidentes autonómicos se quejan de que Sánchez habla con ellos por videoconferencia pero no les consulta acerca de las decisiones que finalmente anuncia. Se enteran por las ruedas de prensa.
Casado, jefe de la oposición, también critica la ausencia de diálogo. Pese a saber que el PP tiene la llave que permitiría respaldar la prórroga, Sánchez le ningunea. En este asunto en La Moncloa se apuntan a un maquiavelismo de videojuego: si Casado no apoya la prórroga y en las próximas semanas se llegara a producir un rebrote de los contagios le endosarían al PP la responsabilidad de la nueva escalada del virus. Desde luego, les sobrarían medios y canales afines para convertir en consigna semejante falacia. Y en ésas estamos.