En vuestra memoria
No es justo agotar tu vida así. Habrá quien apele a lo celestial y a lo divino para sobrellevar el dolor; pero no es así. El cielo se lo ganaron al superar aquel infierno bélico de rojos y... Verdes, que en el modelo cromático tradicional sería su opuesto. Aunque la muerte no entiende de bandos, ni de colores, ni de esperanza. Después del hambre y el sufrimiento fueron capaces de sacar adelante al país, criando a sus hijos, y cuidando de sus nietos. Y ahora, cuando debían disfrutar de una paz más que merecida y llegar al final con tranquilidad, un monstruo microscópico lo amenaza todo. Parece que lo hubiera traído de vuelta el mismísimo Caronte en un arrebato de ira desbordante.
La pasada semana, Diario de León comenzó a homenajear a las personas que se ha llevado la pandemia. Cada día, seis rostros tienen un lugar eterno de papel y tinta, ingredientes fundamentales en el curso de la historia, en el ejemplar. Semblantes que pasarán a formar parte de los anales de la ciudad y de la hemeroteca del Diario gracias a una respetuosa iniciativa sin precedentes en la Comunidad y en España. Así, la obligación de dedicar unas palabras ha imperado como la resaca más amarga de la que nunca podrás librarte —tampoco si eres político y has tenido alguna responsabilidad en dicha debacle—. Por lo que intentaré hacer vuestro cada día de esta nueva semana, aunque sea en vuestra memoria. De hecho habéis estado presentes en cada paso de libertad...
El sol salió a abrazar el asalto a la calle, en un baño caluroso de emoción, alegría, complicidad... Como cuando nos abríais las puertas de casa en la cena de Nochebuena. El aire puro y limpio llenó nuestros pulmones, por fin, para recobrar las fuerzas que el estado de crisálida nos robó; una fortaleza que vosotros, duros como el acero, siempre habéis sabido transmitir sin necesidad de salir de casa. Las praderas vestían preciosas la primavera con adornos amarillos, violetas, blancos y rojos, que apaciguaban su naturaleza verdosa, casi igual de radiantes que los ropajes que lucíais con gozo acompañando las panderetas y dulzainas para bailar titos, jotas, peregrinas, chanos y muñeiras —rico y heterogéneo folclore de nuestra tierra que jamás abandonasteis, a mucha honra—. En el atardecer, el espejo azul del mar se ensangrentaba erizando las pieles, incluso dejando escapar algunas lágrimas de esas que soltabais al recordar a un ser querido, llenas de impotencia y nostalgia por igual... Casi todo ha sido precioso estos días, pero también hubo gente que no supo comportarse, y para eso sí que se os echa muchísimo de menos. Di que el sopapo en vez de darse con la alpargata, ahora lo dan quienes hacen cumplir la ley a base de talonario, y bien que está. Y ya, para que descanséis a gusto, que sepáis que estamos comiendo como limas.