Diario de León

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Me miro al espejo y no me reconozco, pronto tendré que pedirme el DNI. El pelo de la cabeza no solo me crece, se me pone farruco. Sin dejar de lucir flequillo, de mi testa podrían sacarse para tres peluquines y cinco bigotazos de Pancho Villa. No solo parezco ya un náufrago, sino el islote con sus palmeras y mono.

La otra tarde, mi mujer me hizo una descripción geográfica de mi frondoso cogote. Y ante mi incredulidad, me sacó una foto del mismo. Exclamé espantado: «¡¡Parezco el batería de Los Ramones!!». Lo que no hice fue echarle la culpa al doctor Fernando Simón. Una vez superado el autosusto, me preguntó: «Oye… ¿tú por amor romperías el confinamiento…?». No era para pedirme que me desplazara a Boñar a por nicanores. Comprendí que había leído la noticia de que Neil Ferguson, asesor científico que ha asesorado a Boris Johnson en su actual estrategia contra el coronavirus, ha tenido que dimitir tras ser sorprendido recibiendo en casa a su amante, para lo que tuvo que saltarse y hacerla saltar todas las normas del confinamiento que él había contribuido a establecer. La incoherencia le ha costado el puesto, que no debía de estar mal pagado.

Ah, el ob-da-lí, ob-da- lá, que cantaban los Beatles. Ah, el doctor Ferguson, supongo. Él tiene 51 primaveras y ella 38. La edad del marido de esta no figuraba en la noticia. Ah, la flema británica. En fin, además de pelo tengo reflejos y contesté a la pregunta de mi mujer: «Por ti me saltó el confinamiento, la ley seca y hasta la muralla china». Pero no lo barajamos, somos disciplinados. Nos basta con reímos, consuelo del confinado. Y seguimos haciendo pasillo, aunque las probabilidades aquí de hallar un trébol de cuatro hojas sean más escasas.

Ojalá el virus se pudiese espantar a golpe de «zape, zape», como a los gatos. No es así. Por tanto, quienes nada sabemos de pandemias debemos confiar en quienes más saben. Entre ellos, el doctor Simón. Eso sí, a mí que Ferguson no me pida las llaves el apartamentín, si lo tuviese, que nos lo convierte en picadero.

Una desescalada ha de realizarse con los mismos criterios científicos con que fue programada, hasta aquí muchos llegamos. Y con prudencia. En fin, ni siquiera tener melena te convierte en peluquero.

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