Editorial | El reto de combinar en Colón varios derechos y necesidades

La convivencia nunca es fácil y más en los espacios urbanos del centro de las ciudades, donde ocupan el mismo espacio múltiples intereses, derechos y necesidades. La existencia de los mercados hunde sus raíces en la Edad Media y en algunas ocasiones es posible contar historias centenarias sobre ellos. Generan múltiples beneficios al facilitar el imprescindible servicio de abastos de la ciudadanía y la posibilidad de un empleo a los intermediarios y productores, además de importantes réditos para los municipios en forma de impuestos.

Las cosas han cambiado pero no del todo. Existen hoy en los mercados y rastros muchos frentes que precisan de un equilibrio. Es evidente que son muchas las familias que viven de este tipo de servicios. Y también que hay un importante volumen de ciudadanos que los utilizan, algo que se comprueba evidentemente con la mera supervivencia de estos mercados. Ahora no lo tendrán fácil. Han estado parados muchas semanas y su desescalada choca directamente con los criterios de separación física, de desinfección de cada cosa… Son el gran paradigma de esa nueva realidad que hará tantas cosas imposibles.

Pero existe además un factor muy importante sobre el que pone el énfasis el Procurador del Común, como son los derechos de los vecinos afectados -en este caso por el Mercado de Colón- en factores fundamentales como son el libre tránsito, el acceso a sus propiedades, el silencio… El conflicto es cómo hacer posible todo esto y ahí es donde la institución plantea el reto pero no facilita ninguna pista de alternativas. Dice que se busque otro emplazamiento, lo que no se aventura como una tarea sencilla. Como en tantas cosas el diálogo será la fórmula más adecuada. Escuchar a todos y buscar el menor daño para los intereses de cada cuál. El Ayuntamiento no puede echar al fondo del cajón un problema evidente sobre el que debe ponerse manos a la obra cuanto antes.