Diario de León

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Me cuentan que de los vagones de pasajeros del antiguo tren correo entre Ponferrada y Villablino -el coche salón y el mixto de viajeros de primera y segunda que la Asociación Cultural Ferroviaria Berciana (CFB) quiere recuperar para el Consorcio del ferrocarril turístico- uno se podía bajar sobre la marcha y volver a subir en muchos tramos del recorrido. Estaba prohibido, eso sí, asomar la cabeza o quedarse de pie sobre la plataforma cuando la locomotora que tiraba de ellos se adentraba en un túnel.

El tren salía a mediodía de Ponferrada y no llegaba a Villablino hasta las cuatro de la tarde. Así que me imagino a los viajeros con el bocadillo, la tortilla o el jamón, mientras el convoy avanzaba a cuarenta kilómetros por hora.

Javier Vecino, músico y actor que estos días ha cambiado el nombre de su grupo en redes sociales de Lecturas de Confinamiento a Lecturas para el Reencuentro, ahora que ya podemos visitarnos en el Bierzo, recuerda cómo de joven viajaba con sus amigos a Laciana y se bajaban de aquellos vagones ahumados, con olor a carbón, pero a tiempo de tomar un autobús que los dejaba en Piedrafita de Babia, cargados con mochilas y esquís en busca de la nieve de La Cueta y el nacimiento del Sil. No llegaban hasta el anochecer.

El tren correo, que dejó de funcionar hace cuarenta años, forma parte de la memoria sentimental de todo el valle del Sil. Un recuerdo común que une al Bierzo con Laciana, a Villablino con Ponferrada. Y el hilo que los cosía era de carbón.

Ese hilo se ha roto con el final de la minería. Pero podemos darle un carrete nuevo con el tren turístico. Podemos si nos dejan, claro. Porque el proyecto siempre ha ido tan despacio como aquellas locomotoras de carbón que tardaban cuatro horas en recorrer la distancia que hoy lleva menos de una hora en coche.

La crisis del coronavirus no puede ser una excusa para aletargar otra vez una idea que había tomado forma con la cesión de los talleres de Villablino y las pruebas de la empresa ARMF con las máquinas diesel de la línea. Y enganchar a la vieja 31 de vapor, en el Museo del Ferrocarril de Ponferrada, los dos vagones que el empresario de la antigua concesión guarda en Onzonilla haría posible que los que nunca llegamos a viajar en el Ponfeblino nos subamos ahora sobre la marcha.

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