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Un crucero choca con un iceberg y empieza a hundirse. Minutos antes, en el restaurante del barco un pasajero ha pedido un sándwich vegetal, aunque sería más apropiado decir que ordenó que se lo trajesen. En medio del caos, él sigue sentado y reclamando su sándwich vegetal al camarero, quien está agarrado de pies y manos a la lámpara del techo. Entra el agua a chorros. Gritos y pánico. Pero él no se mueve de su mesa. «¡Exijo que me traiga lo que he pedido!» Por fin, el camarero se deja caer desde la lámpara y llega buceando hasta la cocina, en la que no queda nadie. Lo prepara el mismo y sale a nado con la bandeja. El pasajero sigue con su perorata: «¡Qué vergüenza de servicio!», «¡Esto en el Poseidón no pasaba!» «¡Cuándo lleguemos a tierra me van a oír!», «¡Y encima, extranjero!». El agua sigue inundándolo todo. Le sirve el sándwich. Entonces, levanta el panecillo superior y protesta: «Lo pedí con huevo duro…».

Hasta aquí el cuentecillo, dejo a la imaginación de cada lector lo que contestó el camarero. Pues también en tierra firme tenemos egoístas. Los Cien Mil Hijos de San Luis están que trinan porque les han prohibido celebrar su cena anual en el Húmedo. Normal, querían venir todos a la vez. Es lógico que en medio de una pandemia haya restricciones a las actividades en público, esto no atenta contra libertad de expresión alguna. El egoísmo irresponsable de pocos no puede hacernos retroceder en lo mucho ya conseguido.

Mi mujer y este columnista discrepamos acerca de si en la fase 1 estará permitido pasear de la mano. Somos unos clásicos, no ya de libro, sino de canción de María Dolores Pradera. Ya saben, «amarraditos los dos/ espumas y terciopelo». ¿Se puede o no se puede? Podemos, saltará Pablo Iglesias. Ay, la propaganda subliminal. Por eso, en materia de pandemia, uno solo sigue criterios científicos. Por cierto, ¿con guante o sin guante?

En la nueva fase, si finalmente es confirmada, debemos seguir poniendo todo de nuestra parte para que esto termine cuanto antes. Seamos comprensivos si algún sándwich vegetal llega sin huevo duro. No es nuestra libertad de expresión la que está en peligro, sino nuestra vida. Algunos en el naufragio se ponen de parte del iceberg. Manda huevo.