Enola Gay al galope
Una de las e-mociones políticas recientes que arrebató la pandemia fue la de saber a qué altura de la escalera del Palacio de los Guzmanes le pilló a Villarroel el ascenso de Ana Carlota a los cielos de la cancillería. Oh, my friend. Si subía o bajaba, (la congresista, digo) que es también decisivo para entender las mociones; las habidas, y las que están por venir; sobre la fiebre de las comisiones presenciales y las del zoom municipal. La carta más alta es un riesgo; da igual para cimentar la carrera en la cosa pública que para jugar a las siete y media. Si te pasas, es como en el precio justo de Joaquín Prat y su célebre todo mundo quiere un coche, todos quieren concursar. Prat y su voz melódica, que dejaba la tarde de domingo colgada del regusto de las boquillas mini, fumaras o no, del brandy, caballero, fueras abstemio o bebedor compulsivo, suspendida en el aire de los carruseles deportivos. Qué hubiera sido de nosotros sin la ilusión que recrearon los grandes locutores entre el minuto de juego y resultado. Prat lo dejaba bien clarito; todo. Mejor recatados que excesivos. En el último precio justo de Ciutadans, ja sóc aquí, una de las concursantes se pasó. A veces, conviene tanto no pasar de despacho como no pasarse de listo. A veces, la ambición no deja calcular la distancia al precipicio; o hasta el muro, que es peor. La ambición nubla la vista. La ambición es un caballo salvaje al que no todo mundo sabe ensillar. Trota un alazán por la calle Ancha y San Marcelo al ritmo pegajoso del claqué del empedrado; hay gente que escucha el paso como un repique de la marcha triunfal de su gestión, al sonido de clarinetes y tambores; hay gente que ve al séptimo de caballería que jalea el votante desengañado. Hay momentos en los que es necesario evitar la confusión del ruido, el barullo que acompaña a la realidad. Uno de los zumbidos más trágicos de la historia estuvo precedido de un tierno relato. El Enola Gay tomó el nombre de la madre del comandante del avión que arrasó Hiroshima. Hay un rumor incesante: el próximo cañonazo sobre la política leonesa saldrá de un bombardero leonesista. No saben que en la UPL llegan con la lección aprendida. Y con la dedicatoria de la biografía de Woody Allen grabada a fuego. A Soon-Yi, la mejor; la tenía comiendo en mi mano y, de pronto, noté que me faltaba el brazo. Pues eso.