Verde y con patas
Dicen que han visto un cocodrilo en Valladolid. «Mi marido es de Pucela y tiene un niqui Lacoste», apuntará alguna lectora con retranca de cincuenta años de casados. Gracias por la pista, pero no creo que se trate de él. Lo rastrean y nada, ni siquiera una cagadina. La debida prudencia obliga a no descartarlo. Hace años apareció aquí un ejemplar del llamado pez «cometestículos» y todo quedó en un sustín, que decimos aquí, no llegó acompañado de parientes y amigos. Y cómo olvidarse de aquel debate que dividió a Prioro acerca de si aquello fotografiado en la nieve —desde una casa— era oso o perro. Desde esta columna lo bauticé con un salomónico «osiperro», y todos tan contentos. También, muchos años atrás, recuerdo que se fugó del Coto Escolar un mono llamado Roberto y que fue capturado en un pueblo cercano, donde le tenían ya por adolescente melenudo. En fin, hasta «dicen que hay toros azules en la primavera del mar». ¿Un cocodrilo en el Pisuerga? A mí no me extrañaría. «Después de todo, no deja de ser una lagartija grande», apostillará desdeñoso mi lector leonesista. Estás tan tranquilo y de repente divisas algo verduzco y con patas, también uno gritaría primero y lo pensaría después. Por cierto, llevo sin cortarme el pelo desde que comenzó el confinamiento, y pienso seguir así hasta que esto haya acabado. Es mi forma de reclamar más armonía con la naturaleza. Melenudo sigo. Por eso, ante la duda de si soy no soy, mejor salga usted corriendo, no vaya ser el cocodrilo.
A los leoneses nos vendría de perlas que apareciese aquí un bicho mediático, de agua o de tierra. Incluso, alado. Lo importante es que sea más peligroso que Paquirrín en un harén. Un reclamo turístico que deje al monstruo de lago Ness en animal de compañía. Por supuesto, habría que exponerlo con mascarilla y respetando la distancia. Y nada de echarle cacahuetes. En todo caso, cecina.
Lo verde me gusta en gastronomía y en el humor, a partir de que tiene patas ya me inquieta. Y en cuanto a los saurios… los acepto a distancia prudencial, mejor de kilómetros que de metros. ¿Un cocodrilín en Pucela? Ante la duda, mejor salir corriendo. Y una vez ya en el Cañón del Colorado preguntar por WhatApp si era o no era.