Diario de León

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A Felipe González se le entiende todo cuando sin señalar a nadie elogia a la canciller alemana Angela Merkel porque —según dice—: «habla poco y habla corto». Nada que ver, pues, con las homilías sabatinas televisivas de Pedro Sánchez. El expresidente tiene claro que para enfrentar la crisis socioeconómica que nos deja la pandemia los partidos políticos deberían anteponer el interés general a los intereses partidistas y para ello lo sensato sería pactar un rumbo común. Una receta elemental dictada por la urgencia del momento pero que no cuaja porque nuestros gobernante actuales están empeñados en una estrategia de confrontación que divide al país. También señala que tampoco la oposición colabora rebajando la tensión en sus intervenciones parlamentarias.

El expresidente señala la gravedad de la situación al decir que «esto no va de presupuestos, va de varios años de medidas de reconstrucción». Cree que para hacer frente a los efectos del zarpazo que ha sufrido el mundo sanitario, el parón de la economía y la crisis social sería imprescindible lo que él denomina una «metodología de pactos».

Felipe nunca habría formado un Gobierno con un partido neocomunista como Podemos y esa premisa impregna su análisis acerca del actual Ejecutivo. Las tensiones en el seno del Gobierno por el afán de apuntarse tantos políticos de partido como propios y no del conjunto le recuerdan al «camarote de los hermanos Marx». Es una forma de decir que estamos poco menos que en manos de adolescentes.

Una opinión que ha sido mal recibida en La Moncloa y despectivamente calificada en Ferraz, el solar en el que reina la vicesecretaria Adriana Lastra. En el PSOE actual de obediencia y favores debidos a Pedro Sánchez las palabras de Felipe incomodan porque para muchos ciudadanos —votantes o no del partido— sigue siendo un referente político. Dice lo que piensa y aunque está fuera de la política no por ello ha perdido influencia social. Al elogiar a Angela Merkel, que gobierna en coalición con los socialistas, mantiene a raya a la extrema derecha y nunca ha querido saber nada con los comunistas, Felipe González está diciendo que en España otra composición de Gobierno sería posible. Incluso deseable.

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