Editorial | La economía tiene que ser la prioridad sin que nadie se quede abandonado

La puesta en marcha de un salario mínimo vital ha facilitado una vía de oxígeno a muchas familias que se quedaron literalmente en la calle en esta crisis. El tiempo dirá si la fórmula elegida ha sido la adecuada y esas ayudas han llegado a los que de verdad las necesitaban. Pero existe una bolsa muy importante de personas que se han visto perjudicadas hasta un grado extremo a las que tras casi cien días de crisis sigue sin facilitárseles un marco de estabilidad que les permita vivir con tranquilidad. A los autónomos se les bloqueó, de un día para otro, su actividad como consecuencia del confinamiento. Y no podemos olvidar que son una parte fundamental en la estructura económica de España. Con cero ingresos y afrontando facturas e incluso en ocasiones impuestos y tasas, vieron como pasaban las semanas entre anuncios de soluciones que no llegaban o que se enmarañaban en los entresijos de la burocracia. Ahora, cuando accedemos a la llamada ‘nueva normalidad’ parece que se les quiere condenar a quedarse de nuevo atrás. Su actividad, los que han conseguido recuperarla, es paupérrima con respecto a la etapa previa a la crisis. Privarles de la prestación del Erte es dejarles literalmente sin nada.

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