Diario de León

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Hoy les voy a hacer una confesión profesional. El Covid-19 trastocó nuestra forma de hacer periodismo, nos sacó de la redacción y de las calles (no a todos ni todos los días) y nos metió en casa. También alteró la tradicional jerarquía de las noticias. Un asunto sanitario y social ha sido el portador de los contenidos y las primeras planas de periódicos, digitales e impresos, informativos de radio y televisión. Lo nunca visto. La política y la economía cedían su tradicional hegemonía en medio de una emergencia sanitaria que pilló a todo el mundo, a todo el mundo, por sorpresa a pesar de que desde enero informábamos, en las páginas de Sociedad, del misterioso virus de Wuhan. Todo nos sonaba a chino. «En Europa no sería posible cerrar una ciudad como han hecho allí. Sólo una dictadura como China puede hacerlo», comentábamos en la redacción. Nadie, y cuando digo nadie es nadie, éramos conscientes de que el desconocido virus ya viajaba camuflado al viejo continente y en pocas semanas veríamos la tragedia en Italia.

La prensa ha sido la artífice de la ampliación a escala humana de la minúscula pelotita repleta de púas que sólo es posible contemplar en directo con sofisticadas técnicas de microscopía en el laboratorio. El periodismo pandémico ha popularizado a un bicho raro, el Sars-CoV-2, que se ha llevado por delante a más de 28.300 personas en España—656 en León y casi medio millón en el mundo— a pesar de que sólo logró infectar al 5% de la población.

Igual sucedió en la escuela confinada. Las matemáticas y la lengua dejaron más espacio a la plástica y la música, a las marías de toda la vida, y los docentes descubrieron talentos que desconocían. Las familias, al frente de los pupitres digitales, también valoraron la importancia de ciertas actividades para la estabilidad emocional de sus hijos e hijas.

Esta crisis global deja pocas certezas. Por encima del dolor ha sido una oportunidad para descubrir otras formas... de enseñar, aprender, de hacer periodismo. Por encima de bulos y coronabulos la maquinaria se ajustó para ofrecer el rostro más humano de la pandemia; en medio de una refriega política sin tregua, ni de oposición a Gobierno ni de autonomías a Estado. Con la publicidad luchando contra el vendaval del parón económico, el papel resiste y se defiende. Desde el ordenador a la rotativa, desde la furgoneta al kiosko y ahora de nuevo a los bares. No olviden a los periódicos que no han dejado de INFORMAR. Noble tarea. Vuelvan a sentir el placer de pasar página y tocar el papel. A veces hasta dan buenas noticias, como que una mujer como Humildad Rodríguez coordine los proyectos para el futuro de León. O que el polígono de Torneros sea, al fin, un poco realidad. Y, sobre todo, no dejen de reclamar su derecho a la información.

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