Lingote Club
M ultimillonarios del mundo, uníos ... pintan bastos y desbarajustes, los menos ricos hacen crack, los nuevos ricos catacroc, sobra improvisación, la política es de guiñol, impera la ineptocracia, maremotos sociales se atizan aquí y allá persiguiendo sombras... hay que protegerse, hay que crear la Internacional del Dinero , reserva espiritual y material del Sistema, un pacto transversal de las grandes fortunas con las que podremos crear un estado transnacional invisible, incluso disponer de defensa propia, un ejército de intervención inmediata con la más sofisticada tecnología devastadora... ¡¿será por dinero?!... excelente inversión, distinguidos compañeros de la pasta, compañeros del metálico, ¡viva la Internacional! ...
Los expertos calculan que ya están en marcha estas maniobras sindicales de los más poderosos, las inmensas fortunas. Se fraguan alianzas secretas que de algún modo vino prologando el famoso Club Bilderberg que desde 1954 reune a las 130 personas más influyentes del mundo a puerta cerrada, sin prensa ni teles, aunque asistan altos mandatarios de todo el mundo, financieros, magnates, intelectuales, editores o artistas de brillo (que al salir del charloteo largan lo suyo por esa boquita).
Es la única vía: unirse para trazar un horizonte propio (y limitar el de los demás). Si no se adelantan a lo que viene, peligrarán sus hegemonías locales o internacionales. Pero los que no estarán en esa Unión serán los intelectuales, creadores, influyentes y los discordantes de cupo que siempre invitan de adorno en Bilderberg. Ya no les necesitan, nada tienen que pintar en la sigilosa mesa de la Internacional del Dinero; ¡andai pur onde venís! ...
Indican algunos que, a efectos de disimulo informático, se llamará la cosa Lingote Club ... y su hashtag, « salves y credos, pero los cuartos quedos ».
Y una de chinos (ricos): El 90% de los antibióticos que tomamos dependen ya de China. Somos así. Y si colapsa aquella mina o se ponen farrucos, aquí puede acabar uno en la UCI hasta por pincharse con una rosa fuñigá.