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Demoledor dato de la consejería de Empleo de la Junta en marzo: el 25% de la contratación en León era de camareros y solo un 7% iba a la industria; unos creciendo y otros al carajo como queriendo llegar más pronto que tarde a aquel vaticinio burlón titulando un artículo en 1977 que me costó un capón: Dentro de cien años, todos camareros, ¿es una maldición la pegatina «León: truchas, belleza y porrón»?... Duelen los datos de estos empleos baratos en la capital española con más bares, pero hoy esos empleos se lloran. Hasta ayer crecía tanto la cosa, que seríamos calvos y camareros antes de un siglo, pero hoy la pandemia les ha hecho fosfato para abonar listas de paro o huertos de la risa.

No se sabe en qué modo podrán rectificar esta tendencia los Caballeros de la Tabla Cuadrada, esa Mesa por el Futuro de León que forman 22 miembros y solo 3 miembras iniciales, sin contar la presidenta de última hora, 3 como 3 jarrones por cada una de las 3 patas de esa Tabla nacida también coja de amparo divino al no iniciarse con un «nuestro auxilio está en nombre del Señor», ni oírse en las misa-mesas solemnes y fotos de este bendito contubernio institucional. Algo así se esperaba de esa Diputación que hospeda a la tal Mesa; su corporación ya consagró a esta provincia al Sagrado Corazón de Jesús el 16 de junio de 1939 sin preguntarle antes ni a la provincia ni al Corazón, con un par (de cruces)... y es que en León, si no acabas metiendo un cura con estola y calderillo para bendecir la apertura de un comercio o peluquería, un concesionario de coches o una nave poligonera, la cosa no rula, se gafa o se tuerce, que aquí manda mucho lo cofrade, el narcoincienso y el chupacirios de bajura... aunque tampoco iría mal dejar un cachito del problemón cazurro a la Providencia -es solo un ritual, ¿a quién le ofenderá un asperges?-, pues si de algo están convencidos los de la Mesa, los que alrededor miran y dan tabaco y el pueblo despoblado que aguarda en la plaza, es que de esta cruda realidad acazurrada solo se puede salir de milagro... y previas unas rogativas, claro.