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Entre lo propio de un cabildo está el cabildear, pero el último cabildeo sonó a tormenta con truenos en esta plaza junto a un imponente tañido de la Froilana , la campana más popular de esta catedral que alarga hasta cuatro leguas sus avisos... pues campanada insólita en la siempre prudente imagen pública de un cabildo catedralicio ha sido que el canónigo Samuel Rubio haya dimitido -con ruido y eco nacional- de director del Festival de Órgano con sede en la Pulchra proyectando León al mundo internacional clásico desde hace décadas. ¿La razón?: en contra de su criterio y el de grandes catedrales europeas, dieron la plaza de organista titular a un cura granadino (« santa María la de más lejos, la más devota », diría mi madre), porque para optar a ella las bases exigen ser canónigo, un acotado de candidatos en el que no cabe esperar mucha competencia en un concurso de méritos, así que de la diócesis de Guadix vino este cura joven y recién concluídos sus estudios de música en Valencia (mucha experiencia no tendrá), presentándose a esta plaza que, sin embargo, un jurado de organistas y profesores decidió dejar desierta tras escucharle. Pero el obispo, última voz en lid y tras oír al cabildo, le nombró. Y a dos velas se quedó el que vino siendo hasta ahora «organista residente» tras jubilarse Rubio hace dos años (¿se las había prometido el italiano Giampaolo di Rosa en este León tras la sebe donde mordemos con la boca cerrada?).

Viendo en este Diario la foto del nuevo organista a los mandos del grandioso nuevo órgano (le costó al cabildo un 10% y el 90% al erario público), Peláez entiende bien a don Samuel: le han dado un ferrari a quien acaba de salir de la autoescuela»; y añade dos detalles que son cotilleo barato, pero no nimios: «ese cura de solo 33 años lleva pelo al cero de futbolista piruli algo gañán y pendiente en la oreja, un arete negro afro. ¡Cómo mola un canónigo empendientado y casado con estos tiempos!, es todo un imán para la juventud que no pisa iglesias y se va de pablos, qué moderno... ¿le meterá algún aire pop a Bach?, ¿sabrá rapear maitines?»...