Diario de León

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En la década de 1960 florecían los teleclub en las zonas rurales. Viejas escuelas, casas concejo o locales de nueva planta se convirtieron en el santuario de la televisión. Fueron las plataformas de lanzamiento de los millones de aparatos que llegarían a los salones, salitas, cocinas y hasta las alcobas de nuestras casas en pocos años. Los pueblos descubrían, entre pipas, vermuts y cafés, un país que viajaba en Seat 600 y bailaba al ritmo de Los Bravos y Fórmula V. Fue un hilo de conexión con el mundo. Jesús Hermida desde Nueva York, Carmen Sarmiento con sus primeros reportajes en Informe Semanal... hasta la carta de ajuste era un espectáculo con el himno nacional para mandar al personal a la cama.

Era un país de orden y en blanco y negro, como la tele, que atistababa nuevos tiempos, nuevos estilos de vida y otras expectativas laborales al otro lado de lo que con el tiempo bautizaríamos como la caja tonta. El objetivo del tele-club era atraer a la gente a su barra y a sus mesas para dar a conocer el nuevo medio de comunicación y propaganda que había alumbrado sus primeros programas en 1953, en los estudios del Paseo de la Habana de Madrid.

Pasaron los 70, llegaron los 80... y con la universalización de la sanidad pública los pueblos fueron a la conquista de consultorios médicos y centros de salud en las cabeceras de comarca. Conservar la atención médica de cercanía es una de las preocupaciones de las zonas rurales que, antes de la pandemia, vieron cómo se cerraban consultorios sin más plan alternativo que las personas se desplacen a los centros de salud más cercanos.

La gente se ve desamparada y agraviada en su derecho a la salud. Con la crisis del coronavirus, el cierre al público de los centros de salud y consultorios corre el riesgo de convertirse en la puntilla del sistema sanitario rural. La telemedicina ya estaba ahí, pero su misión no es sustituir a la consulta presencial, sino mejorar la calidad asistencial. Acercar pruebas diagnósticas sin necesidad de desplazarse a la consulta de especialistas y ofrecer una atención más personalizada si cabe.

La idea de que la telemedicina ha llegado para quedarse es tan peligrosa como el mantra de que los centros de salud no están cerrados ni han estado cerrados durante la pandemia... Lo que se ha experimentado durante la pandemia es la cita previa —ya implantada en los centros de salud urbanos desde hace años— y la teleconsulta o consulta por teléfono. Si la telemedicina se queda ahí, las personas más perjudicadas serán las del medio rural.

Los centros de salud se han convertido en telecentros de salud. Pero en lugar de atraer a la gente a estos lugares, como se buscaba en la época del tele-club, lo que se persigue es filtrar a cuanta más gente mejor. ¿Ese es el camino?

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