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Decíamos  antier  que la mascarilla, a fuerza de obligarse, sería un complemento más del vestir y, como tal, sujeto a modas, lujos y extravagancias, ese rutina histriónica tan vista en calzados, vestidos o gayumbos... sin olvidarse de la alta rentabilidad de la mascarilla como valla publicitaria, valla cañón que lleva disparando ya desde el principio gustos, publis, filias y fobias, patriotismos y borregueos... ¿quién se priva?... Como la mascarilla es igual que la trapa del establecimiento de nuestro Yo, un buen tendero jamás desaprovecha ese espacio y luce ahí su razón social, la especialidad o las ofertas, así que es normal que el circo del lucirse y distinguirse haya entrado en el universo de las mascarillas. Se consumirán millones. Y durante mucho tiempo. En el cerro femenino se cambiará de mascarilla más que de bragas y hasta las personalizarán con nombres propios o amores impropios... ya las hay de empresa, peña, partido, cofradía, con banderitas, logotipos o corazones rosas y pijaínas infantiloides de esa Ágata que arrasa en esto, dice ella y su propaganda. Y cuando se extinga oficialmente la pandemia, alguna gente temerosa y mucha tropa escrupulosita la llevará ya siempre que tengan que moverse entre la tribu... ¿no lo venían haciendo millones de asiáticos enmascarados mucho antes de esta pandemia?... «¡Malditos amarillos! ¡raza cruel, Bridget; además de la gripe y el sushi nos contagiarán el tapafocicus hidroalcohólicus!», tuiteó Romanín, el libreoyente.

Octavito salió de cuentas confinadas con el ingenio perdido y sugiere usar ese hocico en blanco para poner lemas, deseos, ideales, ruegos... o preguntas en verso:  ¿está linda la mar y el viento lleva esencia? ... probad a pintar en grande un  ¡hola, tú!  y os mirarán de otra forma, con jovialidad enmascarada, lo que no es poco hoy en día... por lo mismo rotulad  Me cae mal bastante gente , como puso en su puerta un voxeador de Chipiona, y el efecto repelente es automático: la distancia de seguridad no solo se garantiza en transportes, comercios y bares... ¡¡se multiplica por cinco al aire libre!!... formidable.