Las puentes
Tenemos una puente aquí guapísima y algo violada. Desde Roma a casi anteayer los puentes fueron cosa femenina, se decía las puentes y aún se oye en algún valle. Así podían rimar con las fuentes abriendo sus grandes ojos de piedra para que al llegarle adulto su lejano caudal pasara por ellos... y con su eco medieval de las ponte s y las fontes , eco que se quedó a vivir para siempre en Galicia. La puente suena bien y Ponferrada lo deja bien claro: de ser varón, hubiera nacido Ponte-ferrato, puente herrado (que no de hierro)... ¿imaginas?: apura el café, que nos vamos a Ponferrado ... y su equipo emblema, la Ponferradona .
Esa puente violada es chula y ejemplar, todo un compendio de la aparatosa y bella ingeniería civil del siglo XVIII que, como hoy, concluía invariablemente costando el doble de lo presupuestado (el último caso aquí es un Museo de Semana Santa consignado con 4 millones de leandros públicos que acabaron en 8, laudetur Jesus Christus ).
Esa puente cruzó el Torío aguas abajo de otro viejo, estrecho y maltrecho, seguramente sobre huellas de la primera pontonería romana, puente pobre, más morrillo que piedra canteada; y el resto, madero trabado sustituyendo cada poco lo devorado por la riada, tan terca ella aquí cada tanto... y además. puente en quiebros, odiaba la recta, una pena de puente. Fue urgente hacer otro y ad aeternum , de tablero más ancho, mejorando así el único acceso a la ciudad de la gente y mercancías que venían del sur y las dos Castillas hacia las Asturias, paso obligado, puente al futuro... y en 1778 se estrenó en Puente Castro el que hoy tenemos a la vista sin saber ni valorar su armoniosa y robusta ensilladura. La gente que lo cruza no tiene ni idea de lo que pisa y quizá su ignorancia sea también algo culpable del avatar de esta joya. Así salió retratado en este periódico: abandono, porquería, pies descarnados... y vino a la memoria que ese puente está ahí a pesar de alcaldes y obispos que nos han tocado. Acodados en su pretil, mañana repasamos la peregrina historia del nacer de esta belleza. Es pura parábola.