Editorial | El riesgo de que se aproveche para reducir aún más el servicio ferroviario
De manera progresiva pero evidente, en las últimas décadas se han ido reduciendo las frecuencias horarias del ferrocarril en la provincia. Lo curioso es que de manera inversa han ido subiendo los enlaces que se ofertan para viajar por carretera, algo que resulta totalmente contradictorio con los afanes, que se suponen prioritarios, de control de las emisiones de gases contaminantes.
Viajar dentro de la provincia entre Ponferrada, Astorga o Sahagún hacia León, incluidos los pueblos por los que atraviesa la vía, queda constreñido a casi una opción cada jornada. Y los viajes hacia Asturias, Galicia o Madrid plantean un calendario semejante, lo que provoca un efecto disuasorio entre los usuarios.
El problema se agrava si se tiene en cuenta que durante la pandemia se paralizó casi totalmente el servicio ferroviario. Y ahora, con la llegada de la llamada ‘nueva normalidad’ las cosas se están haciendo con una lentitud que ha disparado todas las alarmas, incluso entre los propios trabajadores de Renfe. En este verano los convoyes disponibles en las principales estaciones de la provincia han quedado reducidos a la mínima expresión, y con el riesgo de que se esté consolidando una merma en lo que siempre debe considerarse como un servicio público ajeno a cualquier cuenta de rentabilidad. León no debe aceptar que se cercenen más aún unas comunicaciones que ya eran de por sí precarias.