La leonera
Los leones valen mucho desde antiguo para mitos, escudos, títulos con rugido y circos donde siempre son la atracción reina , pues reinas son los reyes presos y más si les pintan de rosa como es el caso de los leones leoneses en sus cuarteles de la bandera autonómica, rediós qué destino, ¡rosa!... aunque en nada lo arregla el león oficial del leonesismo al que tiñen de ese rosa subido que dicen magenta y que tanto furor causa en la iconografía gay; y por si fuera poco, tampoco lo ponen mejor los «más leonesistas que el león de la rotonda» pintándolo de morado , quitallá, el color de la virulé.
Cuando hace 44 años se atizó un sentimiento leonesista que nunca antes fue más allá de un corrillo de la burguesía tendera y diatribas historicistas de archivero o chantre de lustre, se suscitó un agrio debate sobre cuál debía ser el color de la bandera de León y del animal que aloja... y si acatar o no la servidumbre de una corona real encima, que ni se tocó, sanjoderse, y a ver ahora quién es el listo que la apea, aunque se teme en este bajón monárquico alguna moción-postura del Podemos cazurro cuyo marxismo internacionalista-anticapitalista-ecologista-senderista no les impide ir de patriotistas cazurristas del Reino regio a la vez que republicanos (y así, cualquiera)... o que si era púrpura o carmesí la tela del pendón... o que si el león de la ciudad riza el rabo pafuera y el de la provincia padentro, ¡lavirgen, qué batallas de estilismo!... y siendo en León plaga los fijodalgos arruinaos y los sabidillos al salto, el ruido no despejó el enigma. Entonces vino la Academia de la Historia, dictaminó lo que le salió de su docto chumino y dejó aquí un León de rosa eterno que con resignación ovina lo va llevando.
Si los colores del bicho delatan la histórica falta de unión del leonés, véase la traza y tics de cada león en escudos o logos, no hay uno igual a otro, todos buscan diferenciarse y confirmar lo temible: León es leonera y a la entrada dice, ya sabes: Del Mundo, España; de España, León; de León, mi casa; y de mi casa, yo. ¿Entiendes que no sepa aún a qué León atenerme?...