Carne de jergón

Una noticia breve en el Diario de Mallorca del pasado 16 nos amenizó un atardecer en el porche de una casa amiga en la Sobarriba con rebaño de nubes sopladas y, al fondo, la cordillera agrisándose y luciendo algunas peñas altas los festones del último sol tizón. La noticia atizó también el debate más viejo del mundo sobre el oficio donde hoy radica uno de los focos más idiotas y callados de este virus que nos trae en danza y, en breve, otra vez en un quietos hasta ver.

A la noticia: Un hombre de unos 40 años fue denunciado hace unos días por agredir a una amiga con la que suele quedar para mantener relaciones sexuales, que sufrió heridas leves. La Policía citó a declarar al acusado para tratar de aclarar si eran pareja y, por tanto, el caso debía tramitarse como violencia de género. El sospechoso acudió a comisaría acompañado de su madre y explicó que no son pareja estable, sino lo que se conoce como «follamigos» y que han tenido algunos incidentes. La agente le recomendó entonces que evitara este tipo de relaciones tóxicas y la madre apoyó la idea a su manera: «si ya le digo yo que mejor se vaya con una mujer pagando y no se complique la vida».

Una madre es una madre. Y un juez es todo un juez, atajó Otavito, si aconseja al procesado como hizo uno de aquí, célebre él: Desengáñese, Valdés, al médico y a follar, siempre de pago. La hostelería se rebota por las restrictivas normas que van con ellos y no con los prostíbulos, que siguieron en su tracatrá todo este tiempo (en su ley, ¿no les mandaron a joder a otra casilla administrativa?; hace años se protestó por lo contrario al incluir la guía oficial de hostelería de la Junta a todo puticlub y chingadero; pitorreo nacional).

La charla ardió con lo de siempre: la función social o no de las putas, su abolición exigida por tantos... o los 20.000 millones que gasta este país al año en carne de jergón, fortuna que si ahora no va ahí, ¿a qué coños destinarán?... y la vergüenza: España es el tercer país del mundo en puterío... Otavito en gañán bromeó: cágonlabirria, pal año que viene, ¡subcampeones al menos!